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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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Pero lo primero es lo primero.

—Creo que vamos a empezar despojándote de tu ropa. —

Doy un paso adelante, cojo su chaqueta vaquera, se la quito

por los hombros y cae al suelo; a continuación viene su

camisola—. Levanta los brazos. —Hace lo que le digo y la

deslizo por su precioso cuerpo para quitársela. Le doy un

suave beso y luego la camisola acaba en el suelo, junto a la

chaqueta. Lleva un sujetador de encaje negro y se le

transparentan los pezones, que presionan la tela con fuerza.

Tengo una esposa muy sexy.

—Toma —dice y, para mi sorpresa, me tiende una goma del

pelo.

Mi oscura confesión de Saint-Paul-de-Vence no ha

conseguido disuadirla ni alejarla de mí.

No le des más vueltas, Grey.

Cojo la goma de pelo que me ofrece.

—Vuélvete.

Obedece, con una sonrisa íntima y leve, y me pregunto qué

estará pensando.

No vayas por ahí tampoco, Grey.

Rápidamente le recojo el pelo en una trenza y se lo sujeto

con la goma. Le tiro de la cabeza hacia atrás.

—Bien pensado, señora Grey —murmuro, rozándole la

oreja con los labios, y le muerdo el lóbulo—. Ahora gírate y

quítate la falda. Deja que caiga al suelo.

Da un paso adelante, se vuelve y, sin apartar los ojos de los

míos, se desabrocha la falda y baja la cremallera, despacio. El

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