Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
—Sí. —La voz ronca de su afirmación aviva la llama de mideseo.—Ven. —Vamos arriba en dirección al cuarto de juegos—.Después de usted, señora Grey. —Abro la puerta, me aparto aun lado y Ana entra en mi habitación favorita. La sigo yenciendo las luces. Ana se vuelve, mirándome mientras cierrola puerta con llave.Respira hondo, Grey.Me encanta este momento.La expectación creciente.Es excitante.Ana está ahí de pie, expectante. Deseosa. Mía.La última vez que estuvimos aquí, le puse el arnés.El recuerdo de aquel día desfila por mi mente. Aquello fuedivertido.—¿Qué quieres, Anastasia?—A ti.—Ya me tienes. Me tienes desde el mismo momento en quete caíste al entrar en mi despacho.—Sorpréndame, señor Grey.Es tan atrevida…—Como usted quiera, señora Grey. —Cruzo los brazos yme llevo el dedo índice a los labios.Ya sé lo que quiero hacer con ella.Llevo mucho mucho tiempo queriendo hacerlo.
Pero lo primero es lo primero.—Creo que vamos a empezar despojándote de tu ropa. —Doy un paso adelante, cojo su chaqueta vaquera, se la quitopor los hombros y cae al suelo; a continuación viene sucamisola—. Levanta los brazos. —Hace lo que le digo y ladeslizo por su precioso cuerpo para quitársela. Le doy unsuave beso y luego la camisola acaba en el suelo, junto a lachaqueta. Lleva un sujetador de encaje negro y se letransparentan los pezones, que presionan la tela con fuerza.Tengo una esposa muy sexy.—Toma —dice y, para mi sorpresa, me tiende una goma delpelo.Mi oscura confesión de Saint-Paul-de-Vence no haconseguido disuadirla ni alejarla de mí.No le des más vueltas, Grey.Cojo la goma de pelo que me ofrece.—Vuélvete.Obedece, con una sonrisa íntima y leve, y me pregunto quéestará pensando.No vayas por ahí tampoco, Grey.Rápidamente le recojo el pelo en una trenza y se lo sujetocon la goma. Le tiro de la cabeza hacia atrás.—Bien pensado, señora Grey —murmuro, rozándole laoreja con los labios, y le muerdo el lóbulo—. Ahora gírate yquítate la falda. Deja que caiga al suelo.Da un paso adelante, se vuelve y, sin apartar los ojos de losmíos, se desabrocha la falda y baja la cremallera, despacio. El
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- Page 542 and 543: —¿Barney puede hacer todo eso?
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—Sí. —La voz ronca de su afirmación aviva la llama de mi
deseo.
—Ven. —Vamos arriba en dirección al cuarto de juegos—.
Después de usted, señora Grey. —Abro la puerta, me aparto a
un lado y Ana entra en mi habitación favorita. La sigo y
enciendo las luces. Ana se vuelve, mirándome mientras cierro
la puerta con llave.
Respira hondo, Grey.
Me encanta este momento.
La expectación creciente.
Es excitante.
Ana está ahí de pie, expectante. Deseosa. Mía.
La última vez que estuvimos aquí, le puse el arnés.
El recuerdo de aquel día desfila por mi mente. Aquello fue
divertido.
—¿Qué quieres, Anastasia?
—A ti.
—Ya me tienes. Me tienes desde el mismo momento en que
te caíste al entrar en mi despacho.
—Sorpréndame, señor Grey.
Es tan atrevida…
—Como usted quiera, señora Grey. —Cruzo los brazos y
me llevo el dedo índice a los labios.
Ya sé lo que quiero hacer con ella.
Llevo mucho mucho tiempo queriendo hacerlo.