Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
—¿Y qué?—Que ahora mismo tengo muchas ganas de follarte y túestás intentando encontrar postura encima de mí… Esincómodo.—Entonces, fóllame. —Me besa la comisura de la boca,cuando sus palabras ya me han pillado desprevenido.La miro a sus ojos oscuros, de una oscuridad insondable,unos que son prácticamente todo pupila. Todo lujuria. Todonecesidad.—¿Aquí? —exclamo con voz entrecortada, escandalizado.—Sí. Te deseo. Ahora.No me puedo creer que haya dicho eso.—Señora Grey, es usted una descarada. —Miro alrededor.Estamos muy escondidos. Aquí no hay nadie. Nadie va avernos. Podemos hacerlo. El hambre que siento de ella se mehace insoportable. Le sujeto el pelo con más fuerza pararetenerla donde quiero y la beso de nuevo. Con más fuerza.Más intensamente. Muy adentro. Muy adentro. Más y más.Con la otra mano le acaricio el cuerpo hasta llegar al muslo.Me agarra el pelo.—Cómo me alegro de que lleves falda. —Desplazo la manopor el muslo hacia arriba. Ella se revuelve en mi regazo.¡Ah!—Quieta —gruño, sujetándole el pelo en la nuca con másfuerza.Va a conseguir intimidarme.
Le toco el sexo a través de las bragas de encaje; ya estánmojadas.Oh, nena.Le rozo el clítoris trazando círculos con el pulgar, una, dosveces, y ella gime y todo su cuerpo se estremece con miscaricias.—Quieta —susurro, y apreso sus labios con los míosmientras sigo presionando con el pulgar el botón hinchadobajo el encaje húmedo. Aparto la tela a un lado y hundo dosdedos en su interior.Gime y mueve las caderas para acudir al encuentro de mimano.Oh, mi niña codiciosa.—Por favor… —susurra.—Oh, ya estás preparada —murmuro con admiración, ydeslizo los dedos despacio. Metiéndolos. Y sacándolos.Metiéndolos. Y sacándolos—. ¿Te ha excitado la persecuciónen el coche?—Me excitas tú.Sus palabras alimentan mi apetito y retiro la mano y colocoel brazo por debajo de sus rodillas y la levanto en el aire parasituarla completamente encima de mi regazo, mirando alparabrisas.Da un respingo, pero empieza a restregarse hacia abajocontra mí.Lanzo un gemido.
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- Page 456 and 457: —Puede que me haga daño a mí.
- Page 458 and 459: —No —le digo con voz queda cuan
- Page 460 and 461: —Por supuesto que sí.—Solo nos
- Page 462 and 463: Sigo estando al teléfono cuando, a
- Page 464 and 465: el jet en Niza para que lo inspecci
- Page 466 and 467: —La misma de siempre, señora Gre
- Page 468 and 469: La pego a mi cuerpo mojado para abr
- Page 470 and 471: —Voy a hacer que me traigan las p
- Page 472 and 473: Y con esas palabras convierte en un
- Page 474 and 475: Domingo, 21 de agosto de 2011Estoy
- Page 476 and 477: —Buenos días. Deje que le enjabo
- Page 478 and 479: —No, no me pasa nada. —Sube la
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- Page 482 and 483: porque siempre me he sentido un poc
- Page 484 and 485: —¡No te atreverás! —me desaf
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- Page 500 and 501: —Vamos, Ana. Menos charla.—Esta
- Page 502 and 503: —Es la adrenalina, nena. Lo has h
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- Page 528 and 529: —Vale. —Ayudo a Ana a ponerse d
- Page 530 and 531: —Ya lo arreglaremos. Ahora quíta
- Page 532 and 533: —Solo lo digo por si acaso… —
- Page 534 and 535: —Sí, señor Grey. —Parece un p
- Page 536 and 537: —Has pensado bien. Envíamelo ya.
- Page 538 and 539: reproducción y esta vez es una sec
- Page 540 and 541: —Christian —susurra—. ¡Es Ja
- Page 542 and 543: —¿Barney puede hacer todo eso?
- Page 544 and 545: Me mira con recelo.—De comida, la
- Page 546 and 547: especular—. Tal vez las huellas d
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- Page 550 and 551: —Sí. Lo que Gia propone es muy r
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Le toco el sexo a través de las bragas de encaje; ya están
mojadas.
Oh, nena.
Le rozo el clítoris trazando círculos con el pulgar, una, dos
veces, y ella gime y todo su cuerpo se estremece con mis
caricias.
—Quieta —susurro, y apreso sus labios con los míos
mientras sigo presionando con el pulgar el botón hinchado
bajo el encaje húmedo. Aparto la tela a un lado y hundo dos
dedos en su interior.
Gime y mueve las caderas para acudir al encuentro de mi
mano.
Oh, mi niña codiciosa.
—Por favor… —susurra.
—Oh, ya estás preparada —murmuro con admiración, y
deslizo los dedos despacio. Metiéndolos. Y sacándolos.
Metiéndolos. Y sacándolos—. ¿Te ha excitado la persecución
en el coche?
—Me excitas tú.
Sus palabras alimentan mi apetito y retiro la mano y coloco
el brazo por debajo de sus rodillas y la levanto en el aire para
situarla completamente encima de mi regazo, mirando al
parabrisas.
Da un respingo, pero empieza a restregarse hacia abajo
contra mí.
Lanzo un gemido.