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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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Vuelve a limpiarse la nariz y le cojo la barbilla para

levantarla y darle un beso con ternura.

—Cuando lloras tienes los labios muy suaves. Mi chica, tan

bella y tan valiente… —Hablo en un susurro, consciente de

que el equipo de seguridad nos está escuchando al otro lado de

la línea.

—Bésame otra vez —murmura, y lo único que oigo es la

urgencia en su voz. Prende una llama en mi alma—. Bésame.

—Su voz es ronca e insistente.

Retiro la BlackBerry del soporte, cuelgo el aparato y lo tiro

al asiento del conductor, junto a sus pies. Entierro los dedos en

su pelo, sujetándola mientras mis labios exploran los suyos y

mi lengua invade la suya. Ella lo agradece, acariciándome la

lengua con la suya y devolviéndome el beso con una

intensidad que me roba el aliento. Me sujeta el rostro para

pasarme los dedos sobre la barba incipiente mientras saca de

mí todo cuanto tengo para ofrecerle.

Lanzo un gruñido y mi cuerpo responde. Toda la adrenalina

se desplaza hacia abajo.

Joder. La deseo.

Deslizo la mano por su cuerpo, acariciándola, rozándole el

pecho y la cintura hasta detenerme en su trasero. Se mueve

para colocarse encima de mi polla, aprisionada entre mis

piernas.

—¡Ah! —Me aparto, sin aliento.

—¿Qué? —susurra junto a mis labios.

—Ana, estamos en un aparcamiento en medio de Seattle.

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