Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
—Voy a hacer que me traigan las pelotas de Welch en unabandeja si permite que vuelva a pasar algo como esto.Mi tono de voz suena frío y siniestro; incluso a mí me loparece.Pero todo esto está durando demasiado. Tenemos que cogera ese cabrón.Ana me mira boquiabierta, y entonces levanta la cámara y,rápidamente, me hace una foto.—Te tengo.Sonrío, aliviado de que esté de mejor humor.—Me parece que ya podemos embarcar. Vamos.—Sawyer, ¿podemos entrar por delante? —le pido, y élacerca el Audi a la acera frente al Escala. Taylor se apea y meabre la puerta. Ana está profundamente dormida—. Gracias,Taylor —digo estirando las piernas—. Es una alegría estar devuelta.—Lo es, señor.—Voy a despertar a Ana. —Abro la puerta de su lado y meinclino sobre ella—. Vamos, bella durmiente, ya hemosllegado.Le desabrocho el cinturón de seguridad.—Mmm… —murmura, y la tomo en brazos—. Oye, quepuedo andar —refunfuña con voz adormilada.Oh, no, nena.—Tengo que cruzar el umbral contigo en brazos.Ella me rodea el cuello con los suyos.
—¿Y me vas a subir en brazos los treinta pisos?—Señora Grey, me alegra comunicarle que ha engordado unpoco.—¿Qué?—Así que, si no le importa, cogeremos el ascensor.Taylor abre la puerta del vestíbulo del Escala y sonríe.—Bienvenidos a casa, señor y señora Grey.—Gracias, Taylor —respondo.Entramos en el vestíbulo.—¿Dices en serio lo de que he engordado?Ana me fulmina con la mirada. Está cabreada.—Un poco, pero no mucho. —Sonrío para tranquilizarla.De camino al ascensor, la acerco a mí abrazándola con másfuerza mientras recuerdo el aspecto que tenía cuando fui abuscarla a SIP, después de que rompiéramos. Lo delgada y lotriste que estaba. El recuerdo me da qué pensar.—¿Qué pasa? —pregunta.—Has recuperado el peso que perdiste cuando me dejaste.—Le respondo en tono quedo.Fue por mi culpa. Yo era el responsable de su tristeza.No quiero volver a verla así nunca más.Pulso el botón del ascensor.—Oye… —Ana me acaricia la cara y entrelaza los dedos enmi pelo—. Si no me hubiera ido, ¿estarías aquí, así, ahora?
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—¿Y me vas a subir en brazos los treinta pisos?
—Señora Grey, me alegra comunicarle que ha engordado un
poco.
—¿Qué?
—Así que, si no le importa, cogeremos el ascensor.
Taylor abre la puerta del vestíbulo del Escala y sonríe.
—Bienvenidos a casa, señor y señora Grey.
—Gracias, Taylor —respondo.
Entramos en el vestíbulo.
—¿Dices en serio lo de que he engordado?
Ana me fulmina con la mirada. Está cabreada.
—Un poco, pero no mucho. —Sonrío para tranquilizarla.
De camino al ascensor, la acerco a mí abrazándola con más
fuerza mientras recuerdo el aspecto que tenía cuando fui a
buscarla a SIP, después de que rompiéramos. Lo delgada y lo
triste que estaba. El recuerdo me da qué pensar.
—¿Qué pasa? —pregunta.
—Has recuperado el peso que perdiste cuando me dejaste.
—Le respondo en tono quedo.
Fue por mi culpa. Yo era el responsable de su tristeza.
No quiero volver a verla así nunca más.
Pulso el botón del ascensor.
—Oye… —Ana me acaricia la cara y entrelaza los dedos en
mi pelo—. Si no me hubiera ido, ¿estarías aquí, así, ahora?