Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

kalpana3023talsaniya
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inferior.—Tenía la esperanza de que quisieras darme más cremasolar.Placer infinito.—Me está usted proponiendo algo sucio… pero no puedonegarme. Incorpórate.Me encanta esto. Tocarla. Aquí fuera. En público.Me ofrece su torso y yo me pongo un poco de protecciónsolar en los dedos. Después, despacio y a conciencia para nodejarme ningún rincón, se la aplico en la piel con un masaje.—Eres preciosa. Soy un hombre con suerte.—Sí, cierto. Es usted un hombre afortunado, señor Grey.Su coqueta timidez me altera la sangre.—La modestia le sienta bien, señora Grey. Vuélvete. Voy adarte crema en la espalda.Se tumba boca abajo y le desato la tira del biquini.—¿Qué te parecería si hiciera topless como las demásmujeres de la playa? —me pregunta con una voz suave ylánguida, como el día.Me pongo algo más de crema en la mano y la froto contra supiel.—No me gustaría nada. Ni siquiera me gusta que lleves tanpoca cosa como ahora. —No quiero que ningún tiparraco demierda se coma con los ojos a mi mujer a través de unosprismáticos mientras ella se relaja en la playa. Están por todaspartes. Son unas alimañas.

Ana me reta con la mirada.Me inclino y le susurro al oído:—No tientes a la suerte.—¿Me está desafiando, señor Grey?—No. Estoy enunciando un hecho, señora Grey.Esto no es un juego, Ana.Ya he terminado con la espalda y las piernas, y le doy unapalmada en el culo.—Ya está, señorita.Me vibra el teléfono. Miro la pantalla y veo que es Ros consu informe matutino.En Seattle es temprano. Espero que esté bien.—Solo para mis ojos —le advierto medio en broma, yvuelvo a darle una palmada en la nalga antes de contestar lallamada.Ana menea la espalda de forma provocativa y cierra los ojosmientras yo hablo con Ros.—Hola, Ros, ¿cómo llamas tan temprano? —pregunto.—No podía dormir, y cuando la casa está en silencioconsigo adelantar trabajo.—¿Algo va mal?—No, todo bien. Ayer, después de que habláramos, recibíuna llamada de Bill. La Autoridad para la Remodelación de lasZonas Industriales de Detroit nos está presionando. Tienes quetomar una decisión ya.

inferior.

—Tenía la esperanza de que quisieras darme más crema

solar.

Placer infinito.

—Me está usted proponiendo algo sucio… pero no puedo

negarme. Incorpórate.

Me encanta esto. Tocarla. Aquí fuera. En público.

Me ofrece su torso y yo me pongo un poco de protección

solar en los dedos. Después, despacio y a conciencia para no

dejarme ningún rincón, se la aplico en la piel con un masaje.

—Eres preciosa. Soy un hombre con suerte.

—Sí, cierto. Es usted un hombre afortunado, señor Grey.

Su coqueta timidez me altera la sangre.

—La modestia le sienta bien, señora Grey. Vuélvete. Voy a

darte crema en la espalda.

Se tumba boca abajo y le desato la tira del biquini.

—¿Qué te parecería si hiciera topless como las demás

mujeres de la playa? —me pregunta con una voz suave y

lánguida, como el día.

Me pongo algo más de crema en la mano y la froto contra su

piel.

—No me gustaría nada. Ni siquiera me gusta que lleves tan

poca cosa como ahora. —No quiero que ningún tiparraco de

mierda se coma con los ojos a mi mujer a través de unos

prismáticos mientras ella se relaja en la playa. Están por todas

partes. Son unas alimañas.

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