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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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pecho para besarla en el cuello. Desde este ángulo, dispongo

de una magnífica visión de sus pechos constreñidos. Se los

cubro con las manos y empiezo a mover los pulgares sobre la

suave protuberancia de los pezones, dibujando círculos una y

otra vez. Ana gime.

—Mía —jadeo.

—Tuya —susurra.

Empuja su trasero hacia mí y tengo que luchar contra el

deseo de apretarme contra ella. Apoya la cabeza en mi hombro

cuando mis manos recorren la suave seda que cubre su

estómago, su vientre, y rozan fugazmente su vulva con los

pulgares en el descenso hacia los muslos. Ana gime, con los

ojos cerrados. Mis dedos tropiezan con las tiras del liguero y

las suelto a la vez, tras lo que dirijo las manos hacia su

precioso culo.

—Mía —repito con voz susurrante mientras le acaricio el

trasero y deslizo la punta de los dedos bajo las bragas.

—Ah —gime.

Está mojada.

Joder. Ana. Mi sirena.

—Chis. —Suelto las tiras posteriores del liguero, me inclino

y aparto la colcha de la cama—. Siéntate.

Cuando obedece, me arrodillo a sus pies para quitarle los

zapatos, uno tras otro, y los dejo junto al vestido. Soy

consciente de su mirada ardiente mientras le deslizo la media

izquierda por la pierna, despacio, recorriendo su piel con los

pulgares. Procedo de la misma manera con la otra.

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