Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
—Me alegro de que nos entendamos.Sonríe cuando me suelta la mano, que me palpita, y éltambién me da una palmada en la espalda. Flexiono los dedosrecordándome que Raymond Steele ha sido marine.Disfruto de una copa de Grande Année Rosé añejo cuando veoque mi bella esposa se dirige hacia mí. Por fin hemosterminado lo que se me ha hecho una sesión de fotosinterminable con los fotógrafos, y me encuentro junto anuestra mesa con la esperanza de poder llevarme algo a laboca. Casarse me ha abierto el apetito. Ana se detiene de vezen cuando a hablar con los invitados, les agradece que hayanvenido y recibe amablemente su enhorabuena.Es una persona extraordinaria. Una mujer imponente.Y es mía.Cuando por fin llega a mi altura, le tomo la mano y me lallevo a los labios.—Hola —susurro—. Te he echado de menos.—Hola, yo también te he echado de menos.—Te has quitado el velo. Era muy bonito.—Sí, ¡pero la gente no paraba de pisarlo!Lo siento por ella.—Menuda lata ha debido de ser.—Un poco sí.Mi padre se hace con el micrófono.—Buenas tardes a todos —dice—. Bienvenidos a nuestracasa, aquí en Bellevue, y al enlace de Christian y Ana. Para los
que no me conozcáis, soy el orgulloso padre de Christian,Carrick. Espero poder dirigirme a todos vosotros en algúnmomento a lo largo de la tarde o de la noche. Mientras tanto,¿qué os parece si cogemos una copa de ese magníficochampán y hacemos un brindis por Christian y su bella esposa,Ana? Enhorabuena a los dos. Bienvenida a la familia, Ana. Yvosotros dos, cuidad el uno del otro. ¡Por Christian y Ana!Mi padre me dedica una sonrisa cálida y tierna, que sientohasta en lo más hondo de mi ser. Alzo mi copa hacia él altiempo que los demás levantan la suya, y las palabras «PorChristian y Ana» resuenan a nuestro alrededor.—Por favor, acercaos a vuestras mesas. El almuerzo está apunto de servirse —prosigue mi padre.Retiro la silla para Ana. Ella se sienta y yo ocupo la que haya su lado. Desde aquí, disfrutamos de las mejores vistas detoda la carpa. Qué alivio poder sentarme al fin, me muero dehambre. La mesa está preciosa, con el mantel blanco de lino ylos arreglos florales de rosas blancas y rosáceas. Nuestrospadres se reúnen con nosotros, junto con Elliot, Kate, Mia yBob.Ana y mi madre han optado por un bufet, pero como cortejonupcial a nosotros nos sirven los aperitivos mientras losinvitados buscan su mesa. Hay pan de masa madre reciénhorneado, mantequilla de hierbas y un delicioso suflé de quesocon una delicada ensalada verde. Mi mujer y yo comemos conapetito.Elliot va a decir unas palabras. Lleva varias copas dechampán, así que puede ocurrir cualquier cosa. Hemos
- Page 292 and 293: Frunce el ceño.—Ven. —La guío
- Page 294 and 295: Oh, Dios.Se me pasan por la cabeza
- Page 296 and 297: concreto?Ella lanza un suspiro.—N
- Page 298 and 299: Mamá.Llamo a Ana.—Anastasia Stee
- Page 300 and 301: Me quedo mirando el retrato de Ana
- Page 302 and 303: De: Leila WilliamsFecha: 26 de juli
- Page 304 and 305: tendida, pálida e inmóvil, sobre
- Page 306 and 307: Jueves, 28 de julio de 2011La reuni
- Page 308 and 309: —Tengo muy claro que podré disfr
- Page 310 and 311: Le escupo las palabras, exasperado.
- Page 312 and 313: —Lo entiendo, Christian. La amas.
- Page 314 and 315: —Mucho mejor. —Y le hablo sobre
- Page 316 and 317: —Es que estoy tan feliz ahora que
- Page 318 and 319: Sábado, 30 de julio de 2011Elliot
- Page 320 and 321: pantanosos—. Y Ray es fan de los
- Page 322 and 323: momento no han encontrado a ningún
- Page 324 and 325: brazos y me perdería en ella. Sien
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- Page 334 and 335: oficiales se ha colocado junto a Wa
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- Page 346 and 347: brazos. La sentida y evocadora letr
- Page 348 and 349: —Me tiene para toda la vida, señ
- Page 350 and 351: —Sí, tienes toda la pinta. —Me
- Page 352 and 353: —Cierto. —Le aprieto la mano—
- Page 354 and 355: alegría que resuena por encima de
- Page 356 and 357: nos recibe el comandante Stephan.
- Page 358 and 359: —¿Adónde vamos? —pregunta Ana
- Page 360 and 361: Nos dirigimos al fondo de la carlin
- Page 362 and 363: Ladea la cabeza, ofreciéndome el c
- Page 364 and 365: —Esto es como desenvolver los reg
- Page 366 and 367: la cabeza para que no la mueva mien
- Page 368 and 369: No puedo reprimir una sonrisa. Ay,
- Page 370 and 371: Y seguir.Es mía.Mía de verdad.Fin
- Page 372 and 373: He recibido alguna que otra llamada
- Page 374 and 375: Ana está envuelta en un albornoz,
- Page 376 and 377: inferior.—Tenía la esperanza de
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- Page 380 and 381: Recuerdo una visión de la noche an
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- Page 384 and 385: —Créeme. Te están mirando. ¡Y
- Page 386 and 387: sacarles ventaja.¡Ja! ¡Me encanta
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- Page 390 and 391: —Gracias. Se lo haré llegar a Ma
—Me alegro de que nos entendamos.
Sonríe cuando me suelta la mano, que me palpita, y él
también me da una palmada en la espalda. Flexiono los dedos
recordándome que Raymond Steele ha sido marine.
Disfruto de una copa de Grande Année Rosé añejo cuando veo
que mi bella esposa se dirige hacia mí. Por fin hemos
terminado lo que se me ha hecho una sesión de fotos
interminable con los fotógrafos, y me encuentro junto a
nuestra mesa con la esperanza de poder llevarme algo a la
boca. Casarse me ha abierto el apetito. Ana se detiene de vez
en cuando a hablar con los invitados, les agradece que hayan
venido y recibe amablemente su enhorabuena.
Es una persona extraordinaria. Una mujer imponente.
Y es mía.
Cuando por fin llega a mi altura, le tomo la mano y me la
llevo a los labios.
—Hola —susurro—. Te he echado de menos.
—Hola, yo también te he echado de menos.
—Te has quitado el velo. Era muy bonito.
—Sí, ¡pero la gente no paraba de pisarlo!
Lo siento por ella.
—Menuda lata ha debido de ser.
—Un poco sí.
Mi padre se hace con el micrófono.
—Buenas tardes a todos —dice—. Bienvenidos a nuestra
casa, aquí en Bellevue, y al enlace de Christian y Ana. Para los