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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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Me encojo de hombros.

—He visto a algunas hacerlo bien y a otras hacerlo muy

mal.

—¿Tu madre biológica? —pregunta.

Asiento con la cabeza y abre los ojos de forma imposible,

mostrando una profunda emoción que no quiero reconocer.

Aparto la mirada. Es una emoción demasiado cruda.

Deposito un billete de cincuenta dólares en la caja de

ofertorio y le doy una vela. Ana me aprieta la mano un instante

con gratitud, enciende el pabilo y coloca la vela en un

candelabro de hierro en la pared. La vela parpadea con fuerza

entre sus compañeras.

—Gracias —dice en voz baja a la Virgen, y me rodea la

cintura con el brazo, apoyando la cabeza en mi hombro.

Permanecemos abrazados contemplando en silencio el más

exquisito de los santuarios en el corazón de la ciudad.

La paz, la belleza y estar en compañía de Ana me devuelven

el buen humor. A la mierda el trabajo esta tarde. Es domingo.

Quiero pasarlo bien con mi chica.

—¿Nos vamos al partido? —le pregunto.

—¿Al partido?

—Los Phillies juegan contra los Mariners en el Safeco

Field. GEH tiene un palco.

—Genial. Parece divertido. Vayamos. —Ana sonríe de oreja

a oreja.

Cogidos de la mano, volvemos al R8.

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