Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
brazos y me perdería en ella. Siento la tentación de enviarle unmensaje, pero a lo mejor la despierto. Joder. Sin ella estoyperdido. Y por si fuera poco, ahí fuera hay alguien que mequiere ver muerto y no sabemos quién es.Mierda. No pienses más en eso, Grey.Cierro los ojos.Respira, Grey. Respira.Empiezo a contar ovejas.Estamos planeando. Ana va delante, en la cabina, con lasmanos estiradas hacia la cubierta, gritando de emoción,fascinada. Tengo el corazón a punto de estallar. Esto es lafelicidad. Esto es amor. Esto es lo que se siente. Estamos en loalto del mundo. Nuestra vida se extiende en coloridos retazosverdes y pardos a nuestros pies. Ladeo la aeronave y de prontoentro en barrena. Ana chilla. Continúa chillando. Estamos enel Charlie Tango y perdemos altura. Huelo a humo. Lucho conlos controles para mantener el helicóptero derecho. Tengo queencontrar un lugar donde aterrizar. Lo único que oigo es elrugido de los motores y a Ana chillando. Caemos. ¡Joder!Damos vueltas y más vueltas. Abajo. Cada vez más abajo.¡Mierda! Voy a estrellarme contra el suelo. No. ¡No! Ana estátumbada en una alfombra verde y pegajosa. La zarandeo. Nose despierta. Ana. Ana. ¡Ana! Se oye un estruendo. Y él llenael hueco de la puerta.—¡Ahí estás, mierdecilla!No. ¡No! Ana. Ana. ¡Ana!Me despierto con un sobresalto. Una fina capa de sudor mecubre el pecho y el estómago bajo el primer atisbo del
amanecer.Es muy temprano.Me froto la cara mientras trato de recuperar la respiración ycontengo el pánico, luego cierro los ojos y me doy la vuelta.Alargo la mano hacia la almohada de Ana para acercármela.Me sumerjo en su perfume. Ah…El abuelo Theodore me ofrece una manzana. Es de un rojovivo. Y dulce. Siento una brisa ligera en la cara. Esrefrescante bajo el sol. Estamos en el huerto de manzanos. Meda la mano. Es áspera, por los callos. Mamá, papá y Elliotvienen hacia aquí. Llevan una cesta de picnic. Papá extiendela manta. Y Ana se sienta en ella.Ana. Está aquí. Conmigo. Con nosotros. Ríe. Yo tambiénrío. Ana me acaricia la cara.—Toma —dice, y me tiende a la pequeña Mia.Y de pronto vuelvo a tener seis años.—Mi-a —susurro.Mamá me mira.—¿Qué has dicho?—Mi-a.—Sí, sí, cariño mío. Pero si hablas. Mia. Se llama Mia.Y mamá se pone a llorar de alegría.Abro los ojos, turbado con algo de lo que soñaba que noacabo de entender.¿Qué era?
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- Page 370 and 371: Y seguir.Es mía.Mía de verdad.Fin
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brazos y me perdería en ella. Siento la tentación de enviarle un
mensaje, pero a lo mejor la despierto. Joder. Sin ella estoy
perdido. Y por si fuera poco, ahí fuera hay alguien que me
quiere ver muerto y no sabemos quién es.
Mierda. No pienses más en eso, Grey.
Cierro los ojos.
Respira, Grey. Respira.
Empiezo a contar ovejas.
Estamos planeando. Ana va delante, en la cabina, con las
manos estiradas hacia la cubierta, gritando de emoción,
fascinada. Tengo el corazón a punto de estallar. Esto es la
felicidad. Esto es amor. Esto es lo que se siente. Estamos en lo
alto del mundo. Nuestra vida se extiende en coloridos retazos
verdes y pardos a nuestros pies. Ladeo la aeronave y de pronto
entro en barrena. Ana chilla. Continúa chillando. Estamos en
el Charlie Tango y perdemos altura. Huelo a humo. Lucho con
los controles para mantener el helicóptero derecho. Tengo que
encontrar un lugar donde aterrizar. Lo único que oigo es el
rugido de los motores y a Ana chillando. Caemos. ¡Joder!
Damos vueltas y más vueltas. Abajo. Cada vez más abajo.
¡Mierda! Voy a estrellarme contra el suelo. No. ¡No! Ana está
tumbada en una alfombra verde y pegajosa. La zarandeo. No
se despierta. Ana. Ana. ¡Ana! Se oye un estruendo. Y él llena
el hueco de la puerta.
—¡Ahí estás, mierdecilla!
No. ¡No! Ana. Ana. ¡Ana!
Me despierto con un sobresalto. Una fina capa de sudor me
cubre el pecho y el estómago bajo el primer atisbo del