Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

kalpana3023talsaniya
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28.11.2022 Views

concreto?Ella lanza un suspiro.—No, cariño, estoy deseando celebrar la cena de ensayo yque Ana se quede a pasar la noche con nosotros la víspera dela boda. Y por supuesto también su madre y su padrastro, Bob.Me alegro de poder conocerlos antes del gran día. ¿Tienenbuena relación con el padre?—¿Con Ray? Eso creo. Pero no lo sé, tendrás quepreguntárselo a Ana.—Eso haré. Me alegro de que su padre se aloje en tu casa.No fue idea mía.—Ana cree que así estrecharemos lazos.Sinceramente, Raymond Steele me intimida.Grace hace una pausa.—Estoy segura de que así será. ¿Tenéis la licenciamatrimonial?Suelto una risita burlona.—Pues claro que la tenemos. Fuimos a recogerla la semanapasada.—¿Y la luna de miel?—Está todo preparado.—¿Y tu traje?Miro el teléfono con los ojos entornados.—Me lo han entregado hoy. Y me va bien.—¿Los anillos?

¿Los anillos?Mierda.¡Los anillos!¿Cómo narices hemos olvidado los anillos?—Controlado —mascullo, y me río porque tanto a Anacomo a mí se nos han pasado por alto.—¿Qué tiene tanta gracia?—Nada, mamá. ¿Algo más?—¿Habéis olvidado los anillos?Lanzo un suspiro. Me ha pillado.—¿Cómo lo has sabido?—Soy tu madre… y me has llamado «mamá». Casi nuncame llamas así. —El tono divertido y cálido con que lo diceresulta tranquilizador.—Muy perspicaz, doctora Grey.Ella se ríe.—Oh, Christian, te quiero mucho. Si no tenéis los anillos,será mejor que vayáis a comprarlos. Aquí está todoencarrilado; mañana montarán la carpa y luego vendrán losdecoradores.—Gracias, mamá. Gracias por todo.—Nos vemos el viernes.Cuelga y yo me quedo contemplando la línea del horizontede Seattle, agradecido por todo lo que es sagrado, por ladoctora Grace Trevelyan-Grey.

¿Los anillos?

Mierda.

¡Los anillos!

¿Cómo narices hemos olvidado los anillos?

—Controlado —mascullo, y me río porque tanto a Ana

como a mí se nos han pasado por alto.

—¿Qué tiene tanta gracia?

—Nada, mamá. ¿Algo más?

—¿Habéis olvidado los anillos?

Lanzo un suspiro. Me ha pillado.

—¿Cómo lo has sabido?

—Soy tu madre… y me has llamado «mamá». Casi nunca

me llamas así. —El tono divertido y cálido con que lo dice

resulta tranquilizador.

—Muy perspicaz, doctora Grey.

Ella se ríe.

—Oh, Christian, te quiero mucho. Si no tenéis los anillos,

será mejor que vayáis a comprarlos. Aquí está todo

encarrilado; mañana montarán la carpa y luego vendrán los

decoradores.

—Gracias, mamá. Gracias por todo.

—Nos vemos el viernes.

Cuelga y yo me quedo contemplando la línea del horizonte

de Seattle, agradecido por todo lo que es sagrado, por la

doctora Grace Trevelyan-Grey.

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