Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
—Sí —mascullo entre dientes, y me abandono almovimiento ascendente y descendente de su boca exquisita.Estoy a punto de correrme.De repente, se detiene.Maldita sea. ¡No! Abro los ojos y la veo colocarse encimade mí para, acto seguido, hundirse muy muy despacio en mipolla ansiosa. Lanzo un gemido, regodeándome con cadaprecioso centímetro. El pelo le cae en cascada sobre los pechosdesnudos y alargo las manos para acariciárselos, uno a uno,recorriendo con los pulgares sus pezones endurecidos, una yotra vez.Deja escapar un prolongado gemido, empujando las tetas enmis manos.Oh, nena…Entonces se inclina hacia delante y me besa, conquistandomi boca con la lengua, y percibo y saboreo mis restos de sal ensu dulce boca.Ana.Deslizo las manos hacia sus caderas, la aparto de mí y lacoloco de espaldas, sin dejar de embestir al mismo tiempo.Lanza un grito y me sujeta con fuerza de las muñecas.La embisto otra vez.Y otra.—Christian… —grita, mirando al techo, con una súplicaimplícita mientras se adapta a mi ritmo y nos movemos alunísono. Acompasados. Como uno solo. Hasta que cae
desfallecida encima de mí, arrastrándome consigo y dandopaso a mi propia liberación.Entierro la boca en su pelo y le acaricio la espalda con losdedos.Esta mujer me roba el aliento.Esto aún es nuevo para mí: Ana tomando las riendas,llevando la iniciativa. Me gusta.—A eso lo llamo yo honrar el culto de los domingos —susurro.—¡Christian! —Levanta la cabeza de golpe, reprobándomecon la mirada.Me río a carcajadas.¿Llegará algún día en que esto deje de ocurrir?¿Escandalizar a la señorita Steele?La abrazo con fuerza y rodamos por la cama hasta situarladebajo de mí.—Buenos días, señorita Steele. Siempre es un placerdespertarla.Me acaricia la mejilla.—Y también a usted, señor Grey. —Habla con dulzura—.¿Tenemos que levantarnos? Me gusta estar aquí en tuhabitación.—No. —Miro el reloj de la mesilla de noche. Son las 9.15—. Mis padres estarán en misa.Me coloco a su lado.—No sabía que fueran a misa.
- Page 4 and 5: Para Eva y Sue.Gracias, gracias, gr
- Page 6 and 7: —Mmm. —El sonido en su garganta
- Page 8 and 9: —No me lo recuerdes. No fue uno d
- Page 10 and 11: Miro el reloj: son las 12.28. Es de
- Page 12 and 13: firmar un acuerdo prematrimonial.¿
- Page 14 and 15: —Marvin Gaye y Tammi Terrell debe
- Page 16 and 17: —Buenas noches, Ana. Gracias —d
- Page 18 and 19: —Levanta los brazos, Christian.Pa
- Page 20 and 21: —¿Ah, sí? —Tanto mi polla com
- Page 24 and 25: Hago una mueca.—Sí. Sí que van
- Page 26 and 27: —¿Ya? —pregunta mamá, sorpren
- Page 28 and 29: —Tiene razón, Christian. Tú ere
- Page 30 and 31: y debería estar dando saltos de al
- Page 32 and 33: día en que cumplí los trece años
- Page 34 and 35: Lunes, 20 de junio de 2011Esta mañ
- Page 36 and 37: c) un fin de semana maravillosod) u
- Page 38 and 39: —¿Te has enterado?—Se ha enter
- Page 40 and 41: Sinceramente, yo creo que a Sam le
- Page 42 and 43: Cabrones.—No les he dicho nada. M
- Page 44 and 45: Me regodeo con sus cariñosas palab
- Page 46 and 47: en contacto. Debra Kingston está e
- Page 48 and 49: —He estado pensando en nuestra ú
- Page 50 and 51: —Uau. ¿Para ti y la futura seño
- Page 52 and 53: —¿En serio? —Bueno, Kavanagh e
- Page 54 and 55: llamadas perdidas de Elena.Por lo q
- Page 56 and 57: Birthday» cada vez más entusiasta
- Page 58 and 59: Martes, 21 de junio de 2011Los ojos
- Page 60 and 61: Me despierto al instante, jadeando
- Page 62 and 63: Joder. Me pica el cuero cabelludo c
- Page 64 and 65: Corro en la cinta mientras sigo la
- Page 66 and 67: Personas a bordo: 2Muertos: 0 Herid
- Page 68 and 69: ¿Para qué coño pago a esa gente?
- Page 70 and 71: —Tienes razón. Informa a Sam. Qu
—Sí —mascullo entre dientes, y me abandono al
movimiento ascendente y descendente de su boca exquisita.
Estoy a punto de correrme.
De repente, se detiene.
Maldita sea. ¡No! Abro los ojos y la veo colocarse encima
de mí para, acto seguido, hundirse muy muy despacio en mi
polla ansiosa. Lanzo un gemido, regodeándome con cada
precioso centímetro. El pelo le cae en cascada sobre los pechos
desnudos y alargo las manos para acariciárselos, uno a uno,
recorriendo con los pulgares sus pezones endurecidos, una y
otra vez.
Deja escapar un prolongado gemido, empujando las tetas en
mis manos.
Oh, nena…
Entonces se inclina hacia delante y me besa, conquistando
mi boca con la lengua, y percibo y saboreo mis restos de sal en
su dulce boca.
Ana.
Deslizo las manos hacia sus caderas, la aparto de mí y la
coloco de espaldas, sin dejar de embestir al mismo tiempo.
Lanza un grito y me sujeta con fuerza de las muñecas.
La embisto otra vez.
Y otra.
—Christian… —grita, mirando al techo, con una súplica
implícita mientras se adapta a mi ritmo y nos movemos al
unísono. Acompasados. Como uno solo. Hasta que cae