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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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—Lo que me apetezca.

Ella ahoga un grito y su actitud cambia de inmediato.

¡Sí!

De encima de la cómoda, cojo el coletero, sostengo su pelo

entre mis manos y empiezo a trenzárselo.

No consentiré que ninguno de sus seductores mechones

quede atrapado en las cuerdas.

Rápidamente termino de trenzarle el pelo, y después de

sujetárselo con el coletero le doy un tirón. Ella retrocede hasta

apoyarse en mis brazos.

—Tiene un aspecto estupendo, señorita Steele —le susurro

al oído—. Me encanta la lencería. Recuerda que no tienes que

hacer nada que no desees. Tan solo tienes que pedirme que

pare. Ahora ve y ocupa tu posición junto a la puerta.

Me dirige una mirada que no tiene nada de sumisa y que en

otros tiempos le habría costado unos buenos azotes, pero se

dirige a la puerta y se arrodilla con las palmas de las manos

sobre los muslos y las piernas separadas.

Esta es mi chica.

Está preciosa. Podría correrme solo mirándola.

Tranquilo, Grey. Contrólate.

Hago caso omiso de lo excitado que estoy, regreso junto a la

cómoda, saco el iPod y lo coloco en la base. Enciendo el

equipo de música, elijo una canción y acciono la tecla de

repetición.

«Sinnerman». Nina Simone. Perfecto.

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