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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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huerto de manzanos, y algún día espero enseñarle a cultivar

dulces manzanas rojas de un manzano verde con la ayuda de

su tocayo, el abuelo Theodore. Enciendo el monitor para

bebés, cojo el receptor y me lo llevo a nuestro cuarto.

Ana está muy dormida.

Vaya. Ni siquiera la he felicitado por nuestro aniversario.

Por un momento me planteo despertarla, pero en el fondo sé

que no sería justo. Está cansada casi todo el tiempo; el sueño

se ha convertido en algo muy valioso. Espero que, ahora que

Ted tiene ya casi tres meses, Ana pueda descansar más.

La echo de menos.

Siento una punzada de remordimiento porque sé que es del

todo egoísta, así que entro en el vestidor y me pongo la ropa

de correr.

Voy pasando canciones en mi teléfono y encuentro una que

debe de haber subido Ana. Me hace sonreír sin querer.

Con el «We Found Love» de Rihanna a todo volumen en los

auriculares, echo a correr por la Cuarta Avenida. Es muy

temprano y las calles están relativamente vacías salvo por

alguna que otra persona paseando al perro, los camiones

frigoríficos que hacen el reparto en los restaurantes del barrio

y los empleados que van de camino al primer turno de la

mañana. Vacío la mente y me concentro en encontrar el ritmo

y alargar la zancada. Voy en dirección al noroeste, el sol brilla,

los árboles están frondosos y tengo la sensación de que podría

seguir corriendo para siempre. Todo va bien en mi mundo.

Se me ocurre una idea.

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