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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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Le rozo la barbilla con los dientes.

—Yo también te he echado de menos. Oh, Christian…

Su pasión enciende mi mecha. Le recorro el cuello con los

labios mientras voy dejando una estela de besos suaves y

húmedos, y le desabrocho la blusa y la abro para besar la

suave turgencia de sus pechos.

Por todos los santos. ¡Le han crecido!

A pesar del poco tiempo que ha pasado.

Mmm…

—Tu cuerpo está cambiando —susurro de forma

apreciativa, y le paso el pulgar por encima del sujetador,

despertando con paciencia a su pezón hasta que este empieza a

suplicar que lo tome entre mis labios—. Me gusta.

¿Lo he dicho en voz alta?

No lo sé. Me da igual. Estoy muy enamorado de mi mujer.

Le acaricio el pecho con la nariz y la lengua a través del fino

tejido del sujetador. Cuando el pezón empieza a luchar para

liberarse de la prenda, uso los dientes para bajar la copa y

dejar el pecho al descubierto. El pezón se retrae a causa de la

suave brisa y, poco a poco, lo introduzco en mi boca y

succiono con fuerza.

—¡Ah! —gime Ana, y se estremece debajo de mí.

¡Joder! ¡Las costillas!

Paro de inmediato.

—¡Ana! —Maldita sea—. A esto me refería. No tienes

instinto de autoconservación. No quiero hacerte daño.

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