Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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para mí se acabó. Por favor, créeme. No voy a volver a verla.Has dicho que ella es un límite infranqueable para ti y ese esun término que entiendo.Ana sonríe.—Buenas noches, Christian. Gracias por ese cuento tanrevelador. —Se inclina hacia mí, roza mis labios con los suyosy entonces su lengua me provoca.Mi cuerpo se enciende, pero me aparto.—No. Estoy loco por hacerte el amor —susurroconteniendo mi deseo.—Pues hazlo.—No, necesitas descansar y es tarde. A dormir. —Apago lalámpara de la mesita y nos envuelve la oscuridad.—Te quiero incondicionalmente, Christian —musita Ana alacurrucarse junto a mí.—Lo sé —murmuro yo, bañándome en su luz.Tú… y mis padres.Incondicionalmente.

Domingo, 18 de septiembre de 2011Es casi medianoche. Hoy he hecho un poco de ejercicio y,por lo demás, he disfrutado de un día tranquilo junto a miesposa. Solo hemos salido para visitar a Ray, que,decididamente, está recuperándose. Aparte de eso, he insistidoen que Ana se quedara en cama y descansara. Ella haaccedido, pero ha estado leyendo algunos manuscritos y no heconseguido convencerla por ningún medio de que lo dejaracorrer.La señora Jones ha vuelto de casa de su hermana, y estanoche nos ha preparado a Ana y a mí una cena con primero,segundo y postre. Parece que se preocupa tanto como yomismo por el bienestar de Ana.Ana se ha quedado dormida cuando acababan de dar lasdiez.Me he dedicado a ponerme el día con el trabajo y ahoraestoy enfrascado en la lectura de las notas que la señoraCollier escribió para mis padres cuando se ocupaba de mí.Tiene una caligrafía pulcra y esmerada, y sus palabrasdespiertan pequeños destellos de recuerdos que arrojan luz enlos oscuros rincones de mi memoria.

Domingo, 18 de septiembre de 2011

Es casi medianoche. Hoy he hecho un poco de ejercicio y,

por lo demás, he disfrutado de un día tranquilo junto a mi

esposa. Solo hemos salido para visitar a Ray, que,

decididamente, está recuperándose. Aparte de eso, he insistido

en que Ana se quedara en cama y descansara. Ella ha

accedido, pero ha estado leyendo algunos manuscritos y no he

conseguido convencerla por ningún medio de que lo dejara

correr.

La señora Jones ha vuelto de casa de su hermana, y esta

noche nos ha preparado a Ana y a mí una cena con primero,

segundo y postre. Parece que se preocupa tanto como yo

mismo por el bienestar de Ana.

Ana se ha quedado dormida cuando acababan de dar las

diez.

Me he dedicado a ponerme el día con el trabajo y ahora

estoy enfrascado en la lectura de las notas que la señora

Collier escribió para mis padres cuando se ocupaba de mí.

Tiene una caligrafía pulcra y esmerada, y sus palabras

despiertan pequeños destellos de recuerdos que arrojan luz en

los oscuros rincones de mi memoria.

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