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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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Y ahí está otra vez, entre ambos, esa electricidad que crepita

invisible… La siento por todas partes, y sé que ella también.

Ana. No.

De pronto se lanza sobre mí.

¡Joder! ¡Ana!

La atrapo y giro para caer sobre la cama con ella entre mis

brazos.

—¡Ten cuidado! —la riño con una voz más severa de lo que

habría querido.

—Lo siento. —Me acaricia la mejilla y yo le cojo la mano y

le doy un beso en la palma.

—Ana, es que nunca te preocupas por tu propia seguridad.

Le levanto el dobladillo de la camiseta y pongo los dedos en

su vientre.

La emoción de lo desconocido afila todos mis sentidos.

Aquí hay vida. Ahí. Dentro de ella.

¿Qué fue lo que dijo? Carne de mi carne.

Nuestro hijo.

—Y ahora ya no se trata solo de ti —susurro, y deslizo las

yemas de los dedos por su piel cálida y tirante.

Ana se tensa debajo de mí, llena de aire los pulmones.

Conozco ese sonido. Mi mirada se encuentra con la suya y me

pierdo en las profundidades insondables de sus ojos azules.

Es el deseo de Ana. También yo lo siento.

Nuestra alquimia especial.

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