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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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—Quédate conmigo, por favor —suplica.

¿Cómo puedo resistirme? Me ama. Sí. Y yo a ella.

Cuando me despierto, tardo un momento en recordar que

estoy en la cama de Ana en el hospital. Ella duerme a mi lado,

vuelta hacia mí, con la cabeza en la almohada. Tiene los ojos

cerrados, los labios entreabiertos, la mejilla pálida salvo por la

leve marca púrpura del cruel golpe de Hyde. Solo con verla se

me retuercen las entrañas de ira.

No le des más vueltas, Grey.

Está aquí. Está a salvo.

Parpadeo para librarme de los últimos restos de sueño.

Estoy descansado pero me siento sucio. Necesito una ducha ya

mismo, y afeitarme, y cambiarme de ropa. Mi reloj dice que

son las 6.20. Tengo tiempo. Ahora que Ana vuelve a estar en

el mundo de los vivos, no me importa dejarla sola un rato. Con

un poco de suerte seguirá durmiendo hasta que regrese. Me

levanto de la cama con cuidado de no despertarla y me pongo

los zapatos. Acerco los labios a su frente con suavidad para

darle algo parecido a un beso, luego cojo el teléfono, el

cargador y la chaqueta y salgo de la habitación de puntillas,

como si huyera de la escena de un crimen.

Como el que escapa a la mañana siguiente.

Esa idea me divierte.

Estamos casados, no me jodas.

Por suerte, Nora y sus compañeras no están en el puesto de

enfermería, así que nadie se percata de mi huida.

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