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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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Nora le retira el manguito y, sin decir palabra, sale muy

digna de la habitación, mirándome con clara desaprobación.

—Creo que has hecho enfadar a la enfermera Nora.

—Tengo ese efecto en las mujeres.

Sonrío burlón y se ríe, pero se interrumpe de manera

abrupta, con el gesto crispado y cogiéndose el costado.

—Sí, es verdad —dice suavemente.

—Oh, Ana, me encanta oírte reír.

Pero no si te duele.

Nora vuelve con una jarra de agua y Ana y yo nos callamos,

mirándonos mientras llena un vaso.

—Beba a pequeños sorbos —le recomienda.

—Sí, señora.

Ana da un traguito y cierra los ojos un momento. Cuando

vuelve a abrirlos, los clava en mí.

—¿Mia?

—Está a salvo. Gracias a ti.

—O sea que la tenían…

—Sí.

—¿Cómo llegaron hasta ella?

—Elizabeth Morgan.

—¡No!

Asiento.

—La raptó en el gimnasio de Mia.

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