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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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Un par de minutos después, Ana anuncia que ha acabado.

Vuelvo a cogerla en brazos y me animo cuando ella me rodea

el cuello con los suyos. Entierro la nariz en su pelo, pero me

asusto al comprobar que no huele a Ana, sino a sustancias

químicas, a hospital y a puto trauma. Me da igual. Está

conmigo.

—Oh, cuánto la he echado de menos, señora Grey —

susurro, y la dejo en la cama mientras la enfermera Nora me

sigue con el gotero, como una carabina ceñuda.

—Si ya ha acabado, señor Grey, me gustaría ver cómo está

la señora Grey.

Está enfadada, se le nota en la cara de pocos amigos.

Me aparto y levanto las manos, dándome por vencido.

—Toda suya.

Nora resopla, impasible, pero sonríe a Ana.

—¿Cómo se siente?

—Dolorida y con sed. Tengo mucha sed.

—Le traeré un poco de agua cuando haya comprobado sus

constantes y la doctora Bartley la haya examinado.

Coge el manguito para medir la tensión arterial y se lo

coloca a Ana en el brazo mientras miro. Ana no aparta los ojos

de mí. Frunce el ceño.

¿Qué ocurre?

¿Quiere que me vaya?

Grey, menuda pinta que debes de tener.

Me siento en el borde de la cama, fuera del alcance de Nora.

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