Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
—Christian, tranquilo —dice acercándose a mí con gestoamable—. Ana es una joven extraordinaria. Fue muy valiente.—Valiente, cabezota, testaruda y una cabeza de chorlito. —La voz se me quiebra en la última palabra, luchando paracontener la emoción.Pero ¿qué le habría ocurrido a Mia de no ser por Ana?Es todo muy confuso. Me agarro la cabeza con las manos,ya no sé qué pensar.—Eh. —Mi padre apoya la mano en mi hombro, yagradezco su gesto de consuelo—. No seas tan duro con ella,ni contigo, hijo. Será mejor que vuelva con tu madre. Son másde las tres de la madrugada, Christian. Deberías intentardormir un poco, de verdad.—Creía que mamá se había ido a casa.Carrick resopla, ligeramente exasperado.—No quería separarse de Mia. Es cabezota, como tú.Enhorabuena de nuevo por el bebé. Una buena noticia, a pesarde las circunstancias.Siento que la sangre me abandona la cabeza. Nunca seré tanbuen padre como Carrick.—Eh, tú puedes con esto —dice con voz amable.Me fastidia que haya sido capaz de diagnosticar mi angustiacon tanta precisión, pero es todo fruto del cansancio y eldesánimo.Qué perspicaz, papá.—Serás un gran padre, Christian, deja de preocuparte. Aúnte quedan unos meses para ir haciéndote a la idea. —Vuelve a
darme unas palmaditas en el hombro—. Vendré más tarde.—Buenas noches, papá.Lo miro mientras cierra la puerta sin hacer ruido.Conque un gran padre, ¿eh?Descanso la cabeza entre las manos.Ahora mismo, solo quiero que me devuelvan a mi mujer. Noquiero pensar en el bebé.Me levanto y me estiro. Es tarde. Estoy agarrotado, doloridoy agobiado por la preocupación.¿Por qué no se despierta? Me inclino y le doy un beso en lamejilla. Noto su piel suave y tranquilizadoramente cálidacontra mis labios.—Despierta, nena —susurro—. Te necesito.—Buenos días, señor Grey.¿Qué? Vuelvo a despertarme con un respingo cuando laenfermera descorre las cortinas para que la luz dorada delotoño inunde la habitación. Es la mayor de todas, no recuerdocómo se llama.—Voy a echarle un vistazo a la vía.—Claro —balbuceo—. ¿Tengo que salir?—Como usted prefiera.—Iré a estirar las piernas.Estoy hecho una mierda. Me levanto y, tras una últimamirada a mi mujer, salgo al pasillo con paso vacilante. Puedeque vaya a buscar un café.
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- Page 1102 and 1103: Pero ella se da la vuelta, suspira,
- Page 1104 and 1105: vista… borro todos los pensamient
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- Page 1112 and 1113: enviado hace cuatro minutos, un par
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- Page 1132 and 1133: se estremece y se retuerce de miedo
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darme unas palmaditas en el hombro—. Vendré más tarde.
—Buenas noches, papá.
Lo miro mientras cierra la puerta sin hacer ruido.
Conque un gran padre, ¿eh?
Descanso la cabeza entre las manos.
Ahora mismo, solo quiero que me devuelvan a mi mujer. No
quiero pensar en el bebé.
Me levanto y me estiro. Es tarde. Estoy agarrotado, dolorido
y agobiado por la preocupación.
¿Por qué no se despierta? Me inclino y le doy un beso en la
mejilla. Noto su piel suave y tranquilizadoramente cálida
contra mis labios.
—Despierta, nena —susurro—. Te necesito.
—Buenos días, señor Grey.
¿Qué? Vuelvo a despertarme con un respingo cuando la
enfermera descorre las cortinas para que la luz dorada del
otoño inunde la habitación. Es la mayor de todas, no recuerdo
cómo se llama.
—Voy a echarle un vistazo a la vía.
—Claro —balbuceo—. ¿Tengo que salir?
—Como usted prefiera.
—Iré a estirar las piernas.
Estoy hecho una mierda. Me levanto y, tras una última
mirada a mi mujer, salgo al pasillo con paso vacilante. Puede
que vaya a buscar un café.