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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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«Es por ti. Por tu familia. Por favor. No.»

Y en ese momento, lo que dijo Ana cobra todo el sentido.

La miro fijamente y en ese preciso instante sé que podría haber

muerto asesinada por ese puto cabrón. La bilis me trepa hasta

la garganta y el tiempo se paraliza hasta que Taylor reaparece

de nuevo.

—Está bien, creo. Está drogada. Dormida. No hay signos

evidentes de lesiones ni de agresión. Está completamente

vestida. No quiero moverla. Dejaremos que lo hagan los

paramédicos.

—¿Mia? —exclamo, sin poder creerme el horror de la

situación.

Él asiente con la cabeza. Su boca dibuja una línea recta y

sombría.

Las sirenas se oyen cada vez más cerca.

¿Qué coño pensaba hacerle Hyde a mi hermana? Sigue

gimoteando como un perro herido, ahora en voz más baja, y

sospecho que ha perdido mucha sangre. Me importa una

mierda. Me dan ganas de matarlo, despacio y entre fuertes

dolores… pero dos ambulancias, dos coches patrulla y un

camión de bomberos se acercan acompañados de luces

intermitentes y una cacofonía de sirenas, quebrando la paz del

vecindario y salvándole el pellejo a Hyde.

Estoy en mitad de una pesadilla, sentado entre Mia y Ana en la

ambulancia mientras atravesamos Seattle a toda velocidad.

Tengo la cabeza enterrada en las manos, con el corazón en la

boca, mientras rezo por las dos. No soy un hombre religioso,

pero ahora mismo haría cualquier cosa, incluso suplicarle a

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