Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

kalpana3023talsaniya
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Doy gracias a Dios por enésima vez de que Taylor esté aquíconmigo. Él conoce esta ciudad como la palma de su mano, locual es asombroso, ya que proviene de una pequeña localidadrural de Texas, en mitad de la nada.Tres minutos después, nos dirigimos al este por Yesler.—Sigue en Yesler —dice Taylor con un gruñido y con losojos pegados al teléfono—. Ha doblado hacia el sur. Por laVeintitrés. Eso está a ocho manzanas de aquí.—Estoy justo detrás de ustedes —anuncia Sawyer a travésdel manos libres.—Pégate a mí. Voy a intentar zigzaguear entre el tráfico. —Miro a Taylor—. Ojalá fueras conduciendo tú.—Lo está haciendo muy bien, señor.¿Adónde coño va? ¿Y con quién?Permanecemos en silencio durante varios minutos. Meconcentro en la carretera mientras Taylor va dandoindicaciones de vez en cuando. Seguimos en dirección sur yluego al este de nuevo, ahora principalmente a través de callesresidenciales.—Ha doblado hacia el sur por la Treinta.Seguimos avanzando unas manzanas más y luego torcemoshacia el este.—Se ha detenido. En South Day Street. Está a dosmanzanas.Un miedo denso y corrosivo se instala en mi estómagomientras avanzo a toda velocidad por las calles secundarias.Tres minutos más tarde, entro en South Day Street.

—Reduzca la velocidad —me ordena Taylor,sorprendiéndome, pero hago lo que me dice—. Está por aquíen alguna parte. —Se inclina hacia delante y examinamosambos lados de la calle.Hay una hilera de edificios abandonados en mi lado.—¡Mierda! —Veo a una mujer de pie en un aparcamientoruinoso con las manos levantadas en el aire junto a un Dodgenegro. ¡El Dodge! Doy un volantazo, entro en el aparcamientoy ahí está ella…En el suelo. Inmóvil. Con los ojos cerrados.Ana. Mi Ana… ¡No! Todo se mueve a cámara lentamientras me quedo sin aire en los pulmones. Mi peor pesadillahecha realidad. Aquí. Ahora.Taylor sale del coche antes de que yo frene del todo,derrapando y haciendo chirriar los neumáticos. Le sigo,dejando el motor en marcha.—¡Ana! —grito. Por favor, Dios. Por favor, Dios. Por favor,Dios.Yace inerte sobre el suelo de cemento. Delante de ella, elcabrón de Hyde está rodando por el suelo, gritando de dolormientras se agarra la parte superior de la pierna. Unos hilos desangre se escurren entre sus dedos. La mujer retrocede,manteniendo las manos en el aire mientras Taylor desenfundasu arma.Sin embargo, es Ana quien acapara toda mi atención. Estátumbada e inmóvil en el suelo frío y duro.¡No!

Doy gracias a Dios por enésima vez de que Taylor esté aquí

conmigo. Él conoce esta ciudad como la palma de su mano, lo

cual es asombroso, ya que proviene de una pequeña localidad

rural de Texas, en mitad de la nada.

Tres minutos después, nos dirigimos al este por Yesler.

—Sigue en Yesler —dice Taylor con un gruñido y con los

ojos pegados al teléfono—. Ha doblado hacia el sur. Por la

Veintitrés. Eso está a ocho manzanas de aquí.

—Estoy justo detrás de ustedes —anuncia Sawyer a través

del manos libres.

—Pégate a mí. Voy a intentar zigzaguear entre el tráfico. —

Miro a Taylor—. Ojalá fueras conduciendo tú.

—Lo está haciendo muy bien, señor.

¿Adónde coño va? ¿Y con quién?

Permanecemos en silencio durante varios minutos. Me

concentro en la carretera mientras Taylor va dando

indicaciones de vez en cuando. Seguimos en dirección sur y

luego al este de nuevo, ahora principalmente a través de calles

residenciales.

—Ha doblado hacia el sur por la Treinta.

Seguimos avanzando unas manzanas más y luego torcemos

hacia el este.

—Se ha detenido. En South Day Street. Está a dos

manzanas.

Un miedo denso y corrosivo se instala en mi estómago

mientras avanzo a toda velocidad por las calles secundarias.

Tres minutos más tarde, entro en South Day Street.

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