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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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mí.

—Estoy deseando arrancártelo después. —Le acerco el

ramo de peonías rosadas que le he comprado en Pike Place

Market.

—¿Flores? —Se le ilumina el rostro cuando las coge y

hunde la nariz en el ramo.

—¿No puedo comprarle flores a mi prometida?

—Puedes y lo haces. Aunque creo que esta es la primera

vez que he disfrutado de una entrega en persona.

—Me parece que tienes razón. ¿Puedo pasar?

Se echa a reír y abre los brazos. Entro y la estrecho con

fuerza contra mí. Le acaricio el pelo e inspiro su aroma

embriagador.

El hogar. Es. Ana.

Ella es mi vida.

—¿Estás bien? —Me cubre una mejilla con la palma de la

mano y busca mi mirada con esos ojos de un azul tan intenso.

—Ahora sí. —Me inclino para darle un beso rápido.

Sus labios rozan los míos, y lo que yo pretendía que fuera

un besito de gratitud, un beso de «me alegro de verte»… se

convierte en algo más. En mucho más. Los dedos de la mano

que tiene libre se enredan en mi nuca y Ana se abre para mí

como una flor exótica, con una boca cálida y acogedora.

Ahoga un suspiro cuando deslizo la mano por la suave tela que

se adhiere a su cuerpo y le aprieto el culo. Su lengua saluda a

la mía en todos los idiomas, hasta que ambos jadeamos y el

deseo me recorre las venas en busca de una válvula de escape.

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