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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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Maldita sea. Los sindicatos y los políticos. ¿Podría mejorar

todavía más este día?

—¿Ya se han enterado del trato con Taiwan?

—Eso parece, y quieren hablar.

—Vale, esta tarde. Arréglalo. Quiero que Samir y tú

también estéis.

—De acuerdo, Christian.

—¿Eso es todo?

—Sí.

—Bien. —Y cuelgo.

¿Qué voy a hacer con mi mujer? La verdad es que todavía

me duele haber visto a Anastasia enfadada. ¿Quién podía

imaginar que los tenía tan bien puestos? No creo que nadie me

haya chillado así desde… jamás. Aparte de mi madre y mi

padre, en mi propio cumpleaños, nada más y nada menos. Y

también fue por culpa de la jodida Elena. Me río por la ironía.

Sí, la jodida Elena.

Sacudo la cabeza, asqueado. ¿Por qué habré ido a buscarla?

¿Por qué?

El ibuprofeno ha hecho efecto, y el desayuno de frituras de

la señora Jones ha contribuido también. Me siento casi

humano, pero desgraciado… profundamente desgraciado.

¿Qué estará haciendo Ana ahora? Me la imagino en su

diminuto despacho, con su vestido violeta. Tal vez me haya

enviado un e-mail. Busco con desesperación en el móvil, pero

no tengo nada.

¿Estará pensando en mí como yo en ella? Eso espero.

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