Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told
—Hacía bastante que no venía por aquí.—Sí —mascullo.—Qué retrato más bonito de Ana.En la pared que hay frente al escritorio, una deslumbranteAna en blanco y negro nos observa con una sonrisa dulce ytímida que deja entrever su diversión y oculta su verdaderafuerza. Me gusta pensar que se está riendo de mí de esa formatan suya, esa que me hace reír a mí también.—Lo he comprado hace poco. Se lo hizo su amigo de laUniversidad Estatal de Washington, José Rodríguez. Montóuna exposición en Portland. Lo conociste en mi casa, la nocheque cayó el Charlie Tango. Forma parte de una serie, son sieteen total. Mandé que colgaran este esta misma semana. Tieneuna sonrisa preciosa —añado en un murmullo.La mirada de Carrick es cálida pero cauta, se pasa una manopor el pelo.—Christian, verás… —Se detiene como si acabara derecordar algo especialmente doloroso.—¿Qué ocurre? —pregunto.—He venido a disculparme.Al oír eso, de repente me desinflo y me quedo inmóvil yperdido como un náufrago.—Lo que dije estuvo mal. Estaba enfadado. Conmigomismo. —Clava sus ojos en los míos mientras sus dedossiguen aferrando con fuerza el asa de ese viejo maletín quetiene desde hace años.
Siento que la garganta se me tensa y me arde mientras buscoalgo que decir, y entonces recuerdo que mi padre siempre teníaese maletín en un sillón ajado de su estudio.—Christian, este es el segundo colegio que se ha vistoobligado a expulsarte por tu mal comportamiento. —Papáestá fuera de sí. Se ha puesto en modo «cabrón total»—. Estoes completamente inaceptable. Tu madre y yo ya no sabemosqué hacer. —Camina de un lado a otro frente a su escritorio,con las manos en la espalda.Yo estoy delante de él, tengo los nudillos en carne viva,siento que me laten. Me duelen los costados del cuerpo por lapaliza que me han dado, pero me importa una mierda. Wildese lo merecía. Ese capullo, abusón de mierda. Le encantameterse con los que son más pequeños que él. Más pobres queél. Es una basura, y al muy imbécil lo han expulsado también.—Hijo, nos estamos quedando sin opciones.Mis padres tienen contactos. Sé que podrán encontrar algúnotro centro. A la mierda, tampoco me hace falta seguiradelante con mi educación.—Incluso hemos hablado de enviarte a una escuela militar.Se quita las gafas como si estuviera en una película y memira, esperando una reacción por mi parte pero sinencontrarla. Que le den. Y que le den también a la escuelamilitar. Si eso es lo que quieren hacer para librarse de mí, quese jodan todos. Adelante. Bajo la vista y me quedo mirandoesa estúpida cartera que lleva a todas partes mientras intentoignorar el fuego que me arde en la garganta.¿Por qué no se pone de mi parte?
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Siento que la garganta se me tensa y me arde mientras busco
algo que decir, y entonces recuerdo que mi padre siempre tenía
ese maletín en un sillón ajado de su estudio.
—Christian, este es el segundo colegio que se ha visto
obligado a expulsarte por tu mal comportamiento. —Papá
está fuera de sí. Se ha puesto en modo «cabrón total»—. Esto
es completamente inaceptable. Tu madre y yo ya no sabemos
qué hacer. —Camina de un lado a otro frente a su escritorio,
con las manos en la espalda.
Yo estoy delante de él, tengo los nudillos en carne viva,
siento que me laten. Me duelen los costados del cuerpo por la
paliza que me han dado, pero me importa una mierda. Wilde
se lo merecía. Ese capullo, abusón de mierda. Le encanta
meterse con los que son más pequeños que él. Más pobres que
él. Es una basura, y al muy imbécil lo han expulsado también.
—Hijo, nos estamos quedando sin opciones.
Mis padres tienen contactos. Sé que podrán encontrar algún
otro centro. A la mierda, tampoco me hace falta seguir
adelante con mi educación.
—Incluso hemos hablado de enviarte a una escuela militar.
Se quita las gafas como si estuviera en una película y me
mira, esperando una reacción por mi parte pero sin
encontrarla. Que le den. Y que le den también a la escuela
militar. Si eso es lo que quieren hacer para librarse de mí, que
se jodan todos. Adelante. Bajo la vista y me quedo mirando
esa estúpida cartera que lleva a todas partes mientras intento
ignorar el fuego que me arde en la garganta.
¿Por qué no se pone de mi parte?