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Freed-Fifty-Shades-Freed-As-Told

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Me incorporo, demasiado deprisa; la cabeza me da vueltas y

me sube un hilillo de bilis por la garganta. Trago saliva para

que no salga mientras me froto las sienes, intentando

recomponer lo que me queda de cerebro para recordar qué

ocurrió. Imágenes vagas de anoche se me aparecen borrosas y

deformadas en la mente. ¿Vino tinto y bourbon?

¿En qué estaba pensando?

El bebé. Joder.

Levanto la cabeza para mirar a Ana, pero no está aquí, y

resulta evidente que no durmió aquí anoche.

¿Dónde está?

Compruebo mi estado. No estoy herido, pero todavía llevo

puesta la misma ropa de ayer y apesto.

Mierda. ¿Hice que Ana se fuera?

¿Qué hora es? Miro el reloj y veo que son las 7.05.

Tembloroso, me pongo de pie y veo que voy descalzo. No

recuerdo haberme quitado los calcetines.

Me rasco la frente.

¿Dónde está mi mujer? El disgusto me recorre las tripas,

acompañado por un tremendo sentimiento de culpa.

Maldita sea, ¿qué hice?

Mi móvil está en la mesita de noche; lo cojo y voy

tambaleándome hacia el baño. Ana no está allí. Ni tampoco en

la habitación libre.

La señora Jones está en la cocina. Me echa una mirada

rápida y luego retoma su trabajo. Ana no está por ningún lado.

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