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Confíe en el<br />
proceso del plan<br />
de Dios<br />
LA HISTORIA DE TRACY<br />
STRAWBERRY<br />
enía 30 años cuando<br />
toqué fondo. En esa<br />
situación horrible, no<br />
quería oír hablar de Dios,<br />
mucho menos hacer las<br />
cosas como Él quiere.<br />
De hecho, lo culpaba a Él por todas las cosas<br />
terribles que me habían ocurrido, desde el<br />
acoso y la violación a manos de una pandilla<br />
a perder a mis hijos.<br />
Tenía una pregunta para Dios: “¡¿Dónde estabas?!”.<br />
Mucha gente intentó hablarme del amor y la bondad de<br />
Dios, pero…¿cómo se atrevían? ¿Qué clase de Dios permite<br />
que ocurran cosas tan espantosas? No quería tener nada<br />
que ver con Él; Él nunca se había ocupado de mí.<br />
Por fuera me había convertido en una mujer enojada,<br />
escéptica y absolutamente perversa. Pero detrás del enojo<br />
y el escepticismo estaban los motivos reales por los que le<br />
había cerrado mi corazón a Dios: no me sentía digna de Su<br />
amor ni de Su tiempo.<br />
Había vivido despreocupadamente. Eso lo sabía. Había<br />
hecho cosas de una maldad increíble y había lastimado<br />
a infinidad de personas en los años de adicción. No podía<br />
imaginarme que Dios quisiera tener nada que ver con una<br />
mujer como yo; nadie quería, por cierto.<br />
Era insegura y dudaba de la capacidad de Dios para sanar<br />
mi corazón. Creía que ni siquiera Él podía librarme de mi<br />
adicción total a las drogas y el alcohol, ni devolverme las<br />
muchas cosas que había destruido en mi vida, incluso la<br />
relación con mis hijos. Me sentía demasiado devastada<br />
como para tener arreglo.<br />
Tenía ocho años cuando mi vecino empezó a abusar<br />
sexualmente de mí, pero no le conté a nadie. Como hace<br />
la mayoría de los abusadores, me amenazaba con lastimarme<br />
a mí, o peor aún, a mi familia si le contaba a<br />
alguien lo que me hacía. Me decía que de todos modos<br />
nadie me creería.<br />
Así que cargué sola con la vergüenza, el dolor y la<br />
confusión que me provocaba mi secreto. A los 12, ya<br />
no lo podía soportar más y empecé a buscar personas<br />
y sustancias para consolarme. Nadie puede lidiar solo<br />
con esa clase de trauma, especialmente una criatura.<br />
Empecé a salir con chicos mayores y me volví<br />
sexual mente activa. Pensaba que, si me entregaba a<br />
un muchacho, él se iba a enamorar de mí y tendríamos<br />
una relación hermosa como mis padres. Pero con cada<br />
encuentro sentía más vergüenza, dolor y confusión.<br />
A los 20, ya estaba consumida por el alcohol y adicta<br />
a las drogas. Nada me detenía con tal de satisfacer mi<br />
adicción. Tomaba malas decisiones que tenían consecuencias<br />
dolorosas. La peor fue perder la custodia de<br />
mis tres hijos.<br />
Traté de convencerme de que mis decisiones no<br />
lastimaban a nadie más que a mí misma. Si eso no<br />
es nega ción...Me compré esa mentira una y otra vez<br />
mientras yacía en el fondo de muchos pozos oscuros<br />
y desesperantes.<br />
FOTO CORTESÍA DE LA FAMILIA STRAWBERRY<br />
18s Número 04 / 2022 VICTORIOUSLIVINGMAGAZINE.COM