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El inventor de juegos

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EL ANTICUARIO ESPINOSA

I

ván llegó a su casa empapado y con páginas de libros adheridas a su ropa.

Después de bañarse y ponerse ropa limpia, intentó separar las páginas con un

cortaplumas. Había que hacer el trabajo con mucho cuidado para que las páginas no

se desgarraran. Usó papel de diario y un secador de pelo de su tía para eliminar todo

resto de humedad. Las páginas estaban arrugadas pero ya podían leerse.

El arquitecto Rodrigo Naps había visitado el colegio durante los años cincuenta y

había quedado fascinado por el hundimiento. Naps observaba que la catástrofe podía

evitarse si se tenía cuidado con ciertas zonas.

En la página 324, Naps escribía: En cada piso hay un punto peligroso que debe

ser evitado. Aconsejo al lector consultar el apéndice donde incluyo los planos del

edificio, con las correspondientes ZONAS DE PELIGRO.

Iván dio una mirada a los planos: en el primer piso el riesgo estaba en la última

aula del ala izquierda. El segundo estaba libre de peligro. En el tercero no había que

acumular peso en la escalera central. Y no había punto más peligroso en todo el

edificio que el aula 627 del sexto piso.

Cuando volvió al colegio, Iván se puso a ver qué aula era la que correspondía al

número 627. Estaba casi al final del pasillo. Pegado a la puerta, había un cartel que

decía Clausurado.

—Anunciación, ¿dónde estás? —preguntó Iván en el recreo.

—Aquí estoy. Detrás tuyo.

—Necesito que me ayudes. Quiero conseguir una llave.

Aprovechando la confusión que producía la salida de los alumnos, la niña

invisible hizo una breve visita a la portería. Y esa noche Iván durmió con la llave bajo

la almohada.

Durante la tarde del sábado los dos amigos caminaron por el parque.

—¿Me vas a contar por fin cuál es tu plan?

—Quiero hacer un juego de Búsqueda del tesoro.

—Hasta hace unos años, era el juego oficial del colegio.

—Por eso lo elegí. Estoy seguro de que al director le va a gustar. ¿Qué premio

puedo poner? ¿Qué hay que todos deseen?

—Tu televisor blanco y negro.

—Pero mi tía me obligó a eliminarlo. Y no sé qué hizo con él.

—Yo sé dónde está.

Y Anunciación lo llevó de la mano a través del parque hasta llegar a una calle

angosta. En el fondo se veía un cartel que decía «Antigüedades». Alguien lo había

tachado para poner al pie: «Cosas viejas».

ebookelo.com - Página 32

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