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OTRO TIRO DE DADOS
Q
uien haya visto algún modelo de El juego de Iván Dragó (así se llamó
finalmente) observará que no está fabricado por la Compañía de los Juegos
Profundos. Una leyenda en su base dice Hecho en Zyl. Después de ese juego se
hicieron otros, y algunos talleres abandonados volvieron a funcionar, y las cajas con
la nueva versión del Cerebro mágico se amontonaron de nuevo en los vagones de
carga. Gracias a El juego de Iván Dragó, la ciudad renació.
El juego cuenta solo una parte de la historia: termina con la partida del globo,
pero nada dice de cómo se enganchó en la veleta de una casa, a poco de salir del
Parque Profundo. Nada del viaje de Iván hasta la estación de Zyl, ni de su llegada al
amanecer, cuando solo las despintadas figuras de madera salieron a recibirlo. Nada de
su lento paseo hasta el museo con el talismán en su bolsillo. Entró por una ventana,
sin hacer ruido, para no despertar a Zelmar Cannobio. Tuvo que hacer presión para
que la pieza encajara en su lugar. Ahora el rompecabezas estaba completo, y el
tatuaje en su mano ya no era la marca de lo que faltaba, sino la señal de lo que había
logrado.
Pero ¿dónde termina exactamente El juego de Iván Dragó? Las reglas no están del
todo claras y muchos jugadores siguen la partida aún más allá de esa última casilla. A
veces pierden el globo en medio de discusiones: sube y sube y no lo recuperan; en
vano lo persiguen mientras se lo tragan las nubes o la noche.
Otros, los más exquisitos, dicen que el juego que importa no es el del tablero
ilustrado sino el primero, el del concurso, la página vacía que cada uno completa con
su dibujo, sus planes o sus sueños. Dicen que el verdadero juego es esa página en
blanco.
Las conversaciones sobre el juego son más largas que el juego, y solo se terminan
a la madrugada.
Tiremos los dados otra vez.
ebookelo.com - Página 114