You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
—No me importan los sueños de Morodian. Quiero que esté despierto cuando le
pregunte lo que tengo que preguntar.
Arsenio borró con un gesto la interrupción de Iván.
—Si se acerca un reloj de bolsillo a su oído, entonces sueña con su padre.
—¿Para qué quiero que sueñe con su padre, que murió hace tanto tiempo?
—Tal vez a él le diga la verdad.
Iván pensó en el plan. Tenía sus dudas, pero no había ninguno mejor.
—¿Dónde puedo sacar un reloj de bolsillo?
Arsenio le dio el suyo. Estaba atado a una larga cadena. Al apretar un botón se
abría la tapa. Lo acercó a su oído. El tictac sonaba con absoluta claridad, como si no
fuera solo el ruido de la máquina, sino la verdadera voz del tiempo.
—Pero una vez que lo haya usado, tiene que devolverlo. Bastará con echarlo en el
conducto de la habitación de Morodian. Todos los toboganes de la basura llegan hasta
aquí.
Arsenio también le dio la libreta azul donde estaban anotadas las instrucciones
para manejar el sueño de Morodian. Apenas Iván guardó el reloj y la libreta en sus
bolsillos, se oyó un gran estruendo en la montaña de desechos. Dos ejecutores habían
caído desde lo alto.
Uno se incorporó de inmediato, pero el otro no, porque había recibido el peso de
su compañero y tardó unos segundos en recuperar el equilibrio. Entonces los dos a la
vez, en un movimiento que parecía largamente ensayado, iluminaron con sus
linternas la cara de Iván.
ebookelo.com - Página 105