Mi niño interior
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Una vez que nos casamos no nos resulta suficiente que la pareja sea inteligente, atractiva,
divertida, afectuosa. Esperamos que además satisfaga muchas expectativas, algunas de
ellas conscientes, pero la mayoría ocultas en el inconsciente.
En una película francesa, “Demasiado bella para mí”, el personaje principal, interpretado
por Gérard Depardieu, casado con una hermosa mujer, padre de dos hijos, dueño de una
casa maravillosa, con una situación económica espléndida, como si de un cuento de
hadas se tratara, no se siente feliz.
No puede comunicarse con su mujer. Su vida le resulta monótona e insulsa. Para su
propia sorpresa se enamora entonces de su secretaria, una mujer gorda, fea y tosca, con
la que por fin se siente pleno, colmado, feliz. Nos decimos desconcertados: ¿Por qué lo
hizo? ¿Qué lo llevó a hacer semejante cambio? Sólo su historia infantil podrá revelarnos
las razones inconscientes que lo impulsaron.
En esta relación los personajes ignoran las causas profundas de lo que les sucede y
cuando los conflictos se suscitan, actúan impulsiva e irracionalmente, destruyen antes de
dialogar.
Pasar a una relación consciente, según la define H. Hendrix, implica curar las heridas de
la niñez, identificando cuáles son las necesidades y deseos de cada uno de los miembros
de la pareja, para llegar al diálogo y la negociación.
Para desarrollar esa relación consciente es necesario aprender a:
Aceptar que la pareja son dos seres independientes con sus propias historias, no
fusionados.
A dialogar, a plantear las propias preocupaciones, a externar los sentimientos que genera
la relación.
A no criticar ni culpabilizar al otro, a no presionarlo.
A comprender que lo que le ocurre al otro y lo que hace está basado en su propia
infancia y no es simplemente un acto hostil contra mí.
A compartir responsabilidades y no asignar culpas.
Es muy común escuchar a los miembros de una pareja frases recurrentes, frases que
detonan grandes problemas pero que nunca se analizan en común; frases que involucran
a dos personas, y cuya discusión sin embargo se engaveta bajo el rubro “De esto no se
habla”:
No me quiere. No me entiende. No me escucha. Cree que soy una despistada. Cree que
soy una despilfarradora. Me ve como un agresor. Piensa que le soy infiel.
“De esto no se habla” hasta que el conflicto explote y entonces probablemente ya no
tenga solución.
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