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Mi niño interior

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devorando a tal punto que se convenció de que había contraído una enfermedad venérea.

Incapaz de consultar a un médico ni de compartir con nadie su terrible secreto por temor

a la condena, se fue enclaustrando en una dolorosa soledad. Dejó de salir y de compartir

con sus amigos y, aún menos, con chicas. Transcurrieron así quince años plenos de

angustia. Cuando finalmente decidió acudir a un médico, este descartó totalmente su

supuesta enfermedad.

Hoy, con más de 30 años de edad, continúa angustiado, no discierne qué es correcto o

incorrecto, y la máscara de niño bueno y frágil bajo la que se protegió pareciera haber

borrado sus verdaderas facciones.

Afortunadamente decidió pedir ayuda. Harto de soportar esta carga, está enojándose

consigo mismo. Empieza a comprender que puede confrontar los valores que le

impartieron, pero muy confundido aún, sigue siendo víctima de su acérrimo crítico

interior, quien le hace muy difícil la salida: -“No podés cuestionar los valores que

recibiste. Siempre fuiste desobediente, naciste pecador y seguirás pecando hasta tu

último día. Irás al infierno.”

Su niño está tan herido y descalificado que no encuentra aún las palabras para

enfrentarlo.

Liberarse de esta situación no es imposible, pero no hay para ello fórmulas mágicas. Tan

sólo un largo y continuado proceso de fortalecimiento de nuestra autoestima y de revisión

de todas aquellas experiencias infantiles que nos perturban, nos permitirá acceder a la

libertad.

Otro factor generador de la vergüenza y los traumas infantiles, son los secretos

familiares. “De esto no se habla” es el mandato. Y si de esto no se habla, el tema es

claramente vergonzante.

Hay secretos familia res que per duran a través de varias generaciones, y la vergüenza

que generan es heredada de padres a hijos.

Para poder traer a la memoria aquellos secretos familiares que afectaron nuestra infancia

utilizamos, una vez más, el método de la visualización guiada. Después del ejercicio los

participantes comparten sus vivencias:

En mi casa reinaba la violencia.

Mi padre castigaba a mi madre hasta dejarla marca da y pidiendo perdón.

Mi padre me llevaba a casa de una colega suya. Me dejaba leyendo en el

escritorio y ellos se iban a “trabajar” al dormitorio. Cuando volvíamos a casa

me recordaba que “de esto no se habla”.

Nos tuvimos que ir a vivir a otra ciudad. Mi padre acababa de salir de la cárcel.

Yo no sabía cuál había sido la causa. “Eso es cosa del pasado.” “La gente no

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