Mi niño interior
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Cuando tratamos de alejarnos de los “deberías” nos invade la culpa, sentimos que
defraudamos las expectativas puestas en nosotros, que hemos desobedecido los
mandatos. Tenemos miedo de no ser aceptados, por lo que cedemos y dejamos de ser
nosotros mismos para adecuarnos al deseo de los demás.
Recordamos que de niños alguna vez nos dijeron:
“Estas son las reglas que debés seguir en tu vida, si querés nuestro amor y
aprobación. Si no satisfaces nuestras expectativas tendremos vergüenza de
vos y vos también llegarás a avergonzarte de vos mismo”.
Cada vez que enfrentamos la disyuntiva entre el “debo” y el “quiero”, cada vez que
abandonamos el “debo” para decidirnos por el “quiero”, tarde o temprano nos invaden la
culpa y la vergüenza.
Y aparece una larga lista de remordimientos. Recordamos frases como:
“me casé obligado porque tu madre estaba embarazada de vos”
“has sido una carga para nosotros”
“por tu causa dejé mi carrera”
“querés irte a vivir tu vida, sos un egoísta”
“nos has traicionado”
“no fuiste lo que queríamos que fueras”
“nos peleamos por tu culpa”
“nos divorciamos por vos”
Lo terrible es que llegamos a creer que estas culpabilizaciones son ciertas, que se
sustentan en la realidad. Únicamente si tomamos clara conciencia del verdadero origen de
esos sentimientos de culpa y vergüenza que nos embargan, y de cómo hemos sido
programados por los “deberías” y “no deberías” impuestos por nuestros mayores
durante nuestra formación, por sus valores sociales, por la dinámica familiar, por
poderosas figuras significativas, investidas de autoridad: un abuelo, un maestro, el
sacerdote, estaremos abriendo la puerta que conduce a la vía del cambio.
Nos es preciso recordar qué recibimos de ellos. Descubrir cómo todavía están hoy,
presentes en nosotros, manifestándose a través de nuestras voces internas, a través de lo
que denominamos “nuestro crítico interior”. Ese, que nos repite los viejos mandatos y de
nuevo nos paraliza, como antaño lo hacían ellos. No actuamos entonces como adultos
maduros que legítimamente satisfacen sus propios deseos, sino que, buscando obtener su
aprobación, obedecemos a nuestro crítico interior y acabamos satisfaciendo esas voces
demandantes que nos asfixian. Nos convertimos en un triste calco de nuestro pasado.,
ignorando las palabras del maestro Osho: “No seas un imitador, sé siempre original. No te
conviertas en una fotocopia.”
32