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Mi niño interior

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Lo que yo quería de ustedes y nunca tuve es...

El mensaje más fuerte que recuerdo es...

La consecuencia de este mensaje en mi vida actual es...

Una vez concluida la tarea, cada integrante es invitado a compartir sus vivencias durante

un ejercicio. A través de este vamos descubriendo cómo se desarrollaron cada una de sus

personalidades.

Karina recordó que vivió mucho tiempo con su abuela, de cuya casa no quería irse.

Evitaba la casa paterna, ya que en ella todo era rígido, duro. Nos dice: “En la casa de

mis padres sólo había castigos, nunca un reconocimiento. Todo era negativo, injusto.

No había comunicación. Yo esperaba atención, amor, diversión, pero eran muy

aburridos y mis necesidades no eran tomadas en cuenta. De ellos aprendí que:

Sobrevive el más fuerte.

El que no pelea no consigue nada.

Las relaciones son muy difíciles.

Me doy cuenta de que repetí ese esquema con mi hijo.”

Hoy día Karina está divorciada, su hijo en el exterior y le cuesta mucho establecer

relaciones personales.

Dora recuerda que en su casa no había comunicación. -“Éramos seis hermanos. Había

mucha pelea entre nosotros, al igual que entre mis padres, que peleaban todo el santo

día. A nosotros siempre nos cuidó una señora. De mis padres recibí sólo disciplina,

códigos, incomunicación, mucha injusticia. Me sentía ignorada, no reconocida. Nunca

hubo atención ni interés por mis cosas. El amor sólo lo tuve de la empleada.” Y

agrega: —“El mensaje más fuerte que recuerdo es: “Sé obediente, no creés conflictos.”

En el proceso de sanación Dora va tomando conciencia de cómo en su vida presente

persisten los mismos conflictos que la atormentaran en el pasado. Su pareja la ignora, le

cuesta comunicarse, viven discutiendo. Ella inconscientemente actúa frente a él como

una “niñita herida” y piensa “¡Pobrecita de mí!” sin atreverse a actuar por miedo a

generar más fricciones. No puede decir “No”. Tiende a ser excesivamente complaciente

ya que los conflictos la ponen mal y para ella todo tiene que estar bien. No puede haber

discusiones. No puede crear conflictos. Es incapaz de negociar.

Lily nos confiesa: “Siempre me sentí rechazada. Mi madre me dijo que “Dios me

mandó y ella me aceptó.” Para mamá el mundo de afuera era más importante que

nosotros. Mostraba a los demás una realidad que no era tal: dentro de nuestra familia

no había amor. A menudo me decía: “¡Cállese, qué va a decir la gente!” Hoy vivo

pendiente de lo que piensan los de afuera Mi deseo es lograr escucharme a mí misma,

valorarme yo.”

Ana reflexiona: “Mi padre siempre culpaba a mi madre por todo. Hoy me doy cuenta de

que mi esposo hace lo mismo conmigo y yo soy tan insegura y dependiente como

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