Mi niño interior
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El olvido de lo que nos paso en la infancia “no recuerdo nada”, “yo no tenía
problemas” son muros que hemos levantado para protegernos del dolor. Los niños para
sobrevivir necesitan de la ilusión y la negación de los hechos porque de otro modo no
podrían soportar tanto dolor.
Feliza, por ejemplo, describe la situación que se presentaba cada vez que su padre
llegaba alcohólico a su casa. Ella y su madre, muertas de miedo, no sabían qué hacer.
Cuando recuerda que debía interponerse entre los dos para detener la pelea, llora
desconsoladamente. Cuenta que la torpeza la invadía y provocaba que todo se le cayera
de las manos. En esos momentos su padre le decía: -“No vas a poder, sos un estorbo.
Llorás como una maricona. Las mujeres, para la cocina.”
Hoy descubre cómo esta educación la llevó a vivir sin seguridad, sin valor, sin apoyo,
deseando ser aceptada tal como es, ser aceptada como mujer. Descubre, con gran
sorpresa e intenso dolor, que los hombres que ha escogido como pareja la tratan igual
que su padre. Y darse cuenta de esto la asusta.
Una mujer muy criticada y abusada por su padre, vive negando su vida, no recuerda
nada de esta, pero ¡oh casualidad! se entrega siempre a hombres violentos que ni la
comprenden ni la respetan y así se autodestruye. Cuando un hombre no se comporta con
forma destructiva, cuando no se parece a su padre, lo abandona. Ella vive con grandes
depresiones.
La depresión es producto de las heridas de la infancia por no haber expresado el dolor y
no haber podido conectarse con los sentimientos auténticos. Nuestra tarea es aprender a
reconocerlos y escucharlos.
Las emociones deben fluir con libertad, la ira, la tristeza, la alegría, no bloquearlos, pues
si los bloqueamos el cuerpo no puede funcionar de forma normal. Alice Miller nos dice:
“los sentimientos nos revelan lo que ocurrió en nuestra infancia, si sabemos
comprenderlos y no temerles, nuestro miedo se mitigará y tendremos armas más
potentes en el caso que se produzca una nueva fase depresiva. Todo esto se dará
cuando dejemos de temer al padre-madre que hemos internalizado.”
La depresión se caracteriza por la desesperanza, la falta de energía, gran cansancio,
miedo, falta de impulso, de interés, por la dificultad de acceder a sus propios
sentimientos. A cualquier edad la depresión no es más que la huida de todos los
sentimientos que nos harían revivir las heridas de la infancia, esto produce un gran vacío
interior.
Si se trata de evitar el sufrimiento emocional a cualquier precio no queda mucho para
sostener las ganas de vivir. Uno puede rendir de forma extraordinaria en el ámbito
profesional, pero en su interior estará simplemente sobreviviendo, como un niño que no
ha madurado en el terreno emocional.
Este método de conexión con las heridas de la infancia nos lleva a la confrontación con
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