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EL MARCO HISTÓRICO Y RELIGIOSO DE LA VIDA DE JESÚS

Recensión del texto de Theissen-Merz, “El marco histórico y religioso de la vida de Jesús”, en, El Jesús histórico, Salamanca, Ediciones sígueme, 1999, pp. 145-170.

Recensión del texto de Theissen-Merz, “El marco histórico y religioso de la vida de Jesús”, en, El Jesús histórico, Salamanca, Ediciones sígueme, 1999, pp. 145-170.

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Sinópticos: Lucas 8 de septiembre de 2022

Escamilla Pérez Rafael

EL MARCO HISTÓRICO Y RELIGIOSO DE LA VIDA DE JESÚS

Theissen-Merz, “El marco histórico y religioso de la vida de Jesús”, en, El Jesús histórico, Salamanca,

Ediciones sígueme, 1999, pp. 145-170.

A continuación, se presenta brevemente el contenido de “El marco histórico y religioso de la

vida de Jesús”, desarrollado en el libro El Jesús histórico de Gerd Theissen y Annette Merz.

En dicho texto los autores describen el contexto judío durante la época helenística y la época

romana, así como los movimientos de renovación judía en los siglos I y II a. C., tanto armados

como de corriente profética. Esta contextualización pretende situar a Jesús en su realidad

histórica judía. Ya que él, su mensaje y el movimiento que inspira se despliegan dentro de

esta.

En primer lugar, es necesario considerar algunas características esenciales del judío.

El pueblo hebreo profesa su fe en un solo Dios, quien desea que la humanidad participe de

su virtud. Dios invita a este pueblo a que sea propiedad suya y cuando Israel acepta dicha

proposición divina forja una alianza que queda formalizada y orientada por la torá, que dicta

preceptos cultuales y éticos. En consecuencia, un elemento importante para los judíos será el

templo, ya que es allí donde Dios habita y por lo tanto donde ha de recibir culto. El culto era

uno solo y comprendido de dos maneras: el culto sacrificial en expiación por el pueblo y el

no sacrificial o servicio de la palabra. Este último se desarrollaba en las sinagogas de los

pequeños poblados, versaba acerca de la lectura y el estudio de la ley y los profetas. Los

preceptos que acompañaban el culto son la circuncisión, la observancia del sábado, la ingesta

de alimentos y las normas de purificación.

Ahora bien, es preciso considerar cómo llegó la cultura helénica a la región de

Palestina. Este hecho ha de ser comprendido en dos periodos. El primer se dio cuando

Palestina fue conquistada por los macedonios, sin embargo, la expansión del helenismo

quedó paralizada cuando los seléucida tomaron el dominio del territorio. Al mismo tiempo

Roma estaba en vías de convertirse en potencia mundial; es en este primer momento que se

sitúa la rebelión macabea. La segunda etapa se dio tras el despliegue de las legiones romanas,

que para entonces ya había asimilado la cultura helénica.

Teniendo presente lo anterior se puede precisar el fenómeno de los movimientos

llamados de renovación durante la conquista helénica-romana, mediante los cuales el pueblo

judío pretendía recuperar su identidad. Como se mencionó, es en la conquista macedonia

donde se sitúa la rebelión macabea. A groso modo, esta insurrección se caracterizó por tener

un estímulo fundamentalista que pretendía hacer frente a la reforma helenística que impulsó

el sumo sacerdote Jasón en el año 175 a. C. Sin embargo, lo cierto es que a pesar de los

esfuerzos de resistencia macabea y aunque los hebreos no renunciaron a su identidad judía,

sí se insertaron en una dinámica de aculturación.

Una característica de la época macabea y que marcará el contexto en el que creció

Jesús es el nacimiento de los tres partidos religiosos de judíos. El primero es formado por los

esenios, hijos de Sadoc, considerados sumos sacerdotes legítimos. Ellos toman distancia de

la figura del templo porque este había sido profanado, por eso habría que sustituirlo por un


templo vivo -la comunidad de Qumrán- y, dando culto celestial con los ángeles, que expíe

todo el país. Otro de los grupos religiosos son los saduceos. También son sacerdotes hijos de

Sadoc, sólo que estos permanecieron en el santuario de Jerusalén, compartían cierto ideal con

la reforma helenística y se regían por la torá mosaica. El tercer partido son los fariseos. Ellos

toman su nombre de la palabra hebrea parosim, que significa “los que se distinguen con

precisión” o los “separados”, pues representan la oposición a los saduceos. Estos tomaron un

lugar privilegiado en el sanedrín.

En el siglo I d. C. Flavio Josefo tratará de especificar las diferencias entre los tres

partidos religiosos. Los esenios vivían en comunidad y por lo general eran célibes, creían que

todo está determinado por Dios y en la inmortalidad del alma. Los saduceos pertenecían a la

clase rica, negaban la resurrección, aceptaban la ley escrita pero no la tradición -oral- de los

antepasados y se regían por enseñanzas fariseas. Los fariseos creen en la relación Dios y

hombre, en la resurrección de los justos, aceptan las leyes de Moisés y la tradición de los

antepasados y se relacionan con la clase baja.

Mucho tiempo después de la insurrección macabea -siglo I d. C.-, durante la presencia

del imperio romano en Palestina, figuraban otros intentos de renovación, ya sea de manera

armada o con un mensaje profético. Cabe mencionar que ambos modelos fueron

instantáneamente erradicados por el imperio. Es en este contexto donde se sitúa Jesús y su

movimiento. Esto quiere decir que el movimiento de Jesús era uno entre muchos. Sin

embargo, el movimiento de Jesús tenía características propias: el reino de Dios no es solo

para los judíos, insiste en las normas éticas de la torá y evita las normas rituales segregadoras,

es cercano a los marginados y proyecta una imagen diferente de Dios -misericordioso-. Es

por esto que el movimiento de Jesús apunta a la forma de una secta judía.

Para concluir, sólo queda insistir que, si se desea un acercamiento al Jesús de la

historia, es necesario es preciso conocer el judaísmo del del siglo I pues Jesús es judío. Su

decir y hacer están en función del contexto político y religioso de Palestina de esa época.

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