07.09.2022 Views

Una-tierra-prometida (1)

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Nos reímos mucho con aquella historia. Y a medida que iba creciendo la

especulación sobre mi candidatura, Gibbs y yo repetíamos aquella frase

como si se tratara de un ensalmo, uno que nos permitiera mantener una

toma de tierra y que nos protegiera de la sensación creciente de que la

situación cada vez estaba más lejos de nuestro control. La multitud que me

encontré en mi última parada antes de las elecciones de medio mandato, un

mitin nocturno en Iowa City en apoyo al candidato demócrata para

gobernador, fue especialmente clamorosa. Sobre aquel escenario y mirando

a los miles de personas que se habían congregado allí, aquel calor humano

que se elevaba como una neblina a través de la luz de los focos, todos esos

rostros levantados mirándome con expectación, con sus vítores

imponiéndose sobre mi cansada voz, me sentí como si estuviese viendo la

escena de una película, como si la persona del escenario no fuese yo.

Cuando regresé a casa ya de madrugada, todo estaba a oscuras y Michelle

ya estaba dormida. Después de darme una ducha y repasar una pila de

correo, me metí bajo las sábanas y empecé a quedarme dormido. En ese

espacio liminal entre la vigilia y el sueño me imaginé a mí mismo

caminando hacia un portal en un lugar luminoso, frío y sin aire, deshabitado

y alejado del mundo. Y a mis espaldas, en la oscuridad, escuché una voz,

nítida y punzante, como si alguien estuviese justo a mi lado, pronunciando

la misma palabra una y otra vez.

No. No. No.

Salté de la cama con el corazón al galope, bajé las escaleras y me puse

una copa. Me senté a solas en la oscuridad con mi vodka, los nervios a flor

de piel y mi mente a mil por hora. Mi miedo más profundo no resultó ser ni

la irrelevancia, ni quedarme atrapado en el Senado para siempre, ni siquiera

perder la carrera presidencial.

Mi miedo más profundo provenía de que había comprendido que podía

ganar.

A lomos del caballo de la antipatía que había generado la Administración

Bush y la guerra de Irak, los demócratas arrasaron en todas las contiendas

importantes de noviembre, y se hicieron con el control de la Cámara y el

Senado. Por muy duro que hubiésemos trabajado para obtener aquellos

resultados, mi equipo y yo no tuvimos ni un segundo para celebrarlo. En

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!