07.09.2022 Views

Una-tierra-prometida (1)

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Me doy cuenta de que apenas hemos tenido tiempo para un respiro. Y

hasta hace solo unos meses la idea de presentarme me parecía una locura.

—Sí.

—Pero con todo lo que ha pasado, tengo la sensación de que tenemos que

pensárnoslo en serio. Le he pedido al equipo que preparen una presentación.

Para saber qué aspecto tendría un calendario de campaña. Si podríamos

ganar. Cómo afectaría a la familia. Quiero decir, si decidimos hacer esto...

Michelle me interrumpió con un nudo en la garganta.

—¿Has dicho decidimos ? —preguntó ella—. Querrás decir si decides tú

, Barack, no nosotros . Este asunto es tuyo . Yo te he apoyado todo este

tiempo porque creo en ti, aunque odio la política. Odio la forma en la que

expone a la familia. Lo sabes . Y ahora, al fin, tenemos cierta estabilidad...

incluso aunque no sea normal, o al menos no en la forma en la que yo

habría elegido vivir... ¿Y ahora me dices que te vas a presentar a presidente

?

Busqué su mano.

—No estoy diciendo que me vaya a presentar, cariño. Solo he dicho que

no podemos ignorar la posibilidad. Pero solo me lo puedo plantear si tú te

implicas. —Hice una pausa, porque vi que su ira no se disipaba—. Si

piensas que no deberíamos, entonces no lo haremos. Así de sencillo. Tú

tienes la decisión final.

Michelle alzó las cejas para dar entender que no me creía.

—Si eso es verdad, entonces la respuesta es no —dijo—. No quiero que

presentes tu candidatura, o al menos no de momento. —Me dedicó una dura

mirada y a continuación se levantó del sofá—. Dios, Barack... ¿nunca vas a

tener bastante?

Antes de que pudiera responder entró en el dormitorio y cerró la puerta.

¿Cómo iba a reprocharle que se sintiera así? Simplemente por sugerir la

posibilidad de una candidatura, por implicar a mi equipo antes de pedir su

bendición, ya la había puesto en una posición imposible. Desde hacía años

le había pedido a Michelle fortaleza y paciencia con respecto a mis

proyectos políticos y ella me las había dado... a regañadientes, pero con

amor. Y yo siempre volvía, una y otra vez, a pedirle más.

¿Por qué hacerle pasar por esto? ¿Era solo por vanidad o se trataba de

algo más oscuro, una especie de apetito implacable, de ambición sin mesura

disfrazada del vaporoso lenguaje del servicio público?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!