07.09.2022 Views

Una-tierra-prometida (1)

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Permíteme que vaya al grano —dijo Harry, como si se le conociera por

estar siempre de cháchara—, hay mucha gente de nuestro partido que

planea presentarse a las elecciones. Casi no sé ni cuántos son. Y son buena

gente, Barack, por ese motivo no puedo tomar parte públicamente...

—Escucha, Harry, solo para que lo sepas. No pienso presentarme...

—Aun así —me interrumpió— creo que debes pensar en presentarte a

estas elecciones. Ya sé que has dicho que no lo harás, y estoy seguro de que

hay mucha gente que dirá que necesitas más experiencia, pero déjame que

te diga una cosa, ¿de acuerdo? Diez años más en el Senado no te harán

mejor presidente. Estás motivando a la gente, sobre todo a la gente joven, a

las minorías y también a los blancos que se han quedado en el camino. Es

otra cosa. La gente está buscando otra cosa. Estoy seguro de que será duro,

pero creo que puedes ganar. Schumer también lo cree.

Se puso en pie y se dirigió hacia la puerta, dejando claro que el encuentro

acababa allí.

—Eso era todo lo que quería decirte. Piénsalo un poco, ¿de acuerdo?

Salí de su despacho perplejo. Por buena que fuera la relación que tenía

con Harry, sabía que era el político más pragmático de todos. Mientras

bajaba las escaleras me pregunté si tal vez había algún entresijo en lo que

había dicho, si estaba jugando a algún sofisticado juego que yo era

demasiado torpe para ver, pero cuando luego hablé con Chuck Schumer, y

después con Dick Durbin, me transmitieron el mismo mensaje: el país

estaba ansioso de una voz nueva. Nunca me iba a encontrar en una posición

más ventajosa que si me presentaba en ese momento. Gracias a mi conexión

con los nuevos votantes, las minorías y los independientes podía ampliar el

mapa de tal forma como para hacer votar a otros demócratas.

No compartí aquellas conversaciones con nadie al margen de mi equipo

sénior y mis amigos más cercanos. Me sentía como si hubiese entrado en un

campo minado y no debiera hacer ningún movimiento brusco. Mientras

sopesaba todo aquello con Pete, este me sugirió que tuviese una última

conversación antes de considerar realmente en serio la carrera que

implicaría presentarme.

«Tienes que hablar con Kennedy —dijo—. Él conoce a todos los

jugadores. Él mismo se ha presentado. Te dará perspectiva y como poco te

dirá si tiene planeado apoyar a alguien.»

Heredero del apellido más famoso de la política de Estados Unidos, Ted

Kennedy era en ese momento lo más cercano a una leyenda viva en

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!