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Una-tierra-prometida (1)

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planes para notificar la situación a Pakistán y otros países, así como de

nuestras estrategias diplomáticas en caso de éxito o fracaso. Si Bin Laden

moría en el ataque, se habían ultimado los preparativos para un entierro

islámico tradicional en el mar, lo cual evitaría la creación de un lugar de

peregrinaje para yihadistas. Al rato, me di cuenta de que el equipo

simplemente estaba facilitando información antigua para que yo tuviera

constancia de ella. Preocupado por si estaba distrayéndolos, volví al piso de

arriba hasta poco antes de las 15.30, cuando Leon anunció que los Black

Hawk estaban aproximándose al complejo.

El equipo había planeado que siguiéramos la operación de forma

indirecta, a través de Leon, pues a Tom le inquietaba que me comunicara

directamente con McRaven, lo cual podía causar la impresión de que yo

estaba microgestionando la operación; una mala práctica en general y un

problema político si la misión fracasaba. Pero, a mi regreso a la sala de

Crisis, vi que en una sala de reuniones más pequeña situada al otro lado del

pasillo, un monitor estaba retransmitiendo imágenes aéreas del complejo,

así como la voz de McRaven. Cuando los helicópteros se acercaron al

objetivo, me levanté de mi asiento. «Tengo que ver esto», dije, y fui a la

otra sala. Allí encontré a Brad Webb, un general de brigada de la Fuerza

Aérea, sentado con uniforme azul delante de su ordenador. Intentó cederme

su silla. «Siéntese», dije, poniéndole una mano en el hombro. Luego

encontré sitio en una silla de comedor. Webb informó a McRaven y Leon de

que yo había cambiado de ubicación y estaba viendo la retransmisión en

directo. Pronto, todo el equipo estaba apretujado en la sala.

Era la primera y última vez que, como presidente, veía una operación

militar en tiempo real, con imágenes fantasmagóricas que se movían por la

pantalla. Apenas llevábamos un minuto siguiendo la acción cuando uno de

los Black Hawk dio una leve sacudida al descender y, antes de que pudiera

comprender qué estaba ocurriendo, McRaven nos explicó que el aparato

había perdido altura momentáneamente y golpeado el lateral de uno de los

muros del complejo. Por un instante sentí un miedo eléctrico. En mi cabeza

se reprodujo una escena desastrosa: un helicóptero estrellándose, los SEAL

saliendo en desbandada antes de que el aparato se incendiara y todo un

barrio echándose a la calle para ver qué sucedía mientras el ejército

paquistaní acudía a toda prisa al lugar. La voz de McRaven interrumpió mi

pesadilla.

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