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Una-tierra-prometida (1)

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propusieron minar la credibilidad de Arafat y su partido, Fatah, entre los

palestinos e hicieron un llamamiento a la lucha armada para recuperar

territorios árabes y empujar a Israel hacia el mar.

Cuando Netanyahu fue derrotado en las elecciones de 1999, Ehud Barak,

un sucesor más liberal, trató de instaurar una paz más generalizada en

Oriente Próximo e incluso trazó una solución de dos estados que iba más

allá que cualquier propuesta israelí anterior. Sin embargo, Arafat exigió más

concesiones, y las conversaciones acabaron degenerando en reproches.

Mientras tanto, un día de septiembre de 2000, Ariel Sharon, líder del

partido Likud, encabezó a un grupo de legisladores israelíes en una visita

deliberadamente provocadora, y muy publicitada, a uno de los lugares más

sagrados del islam, la explanada de las Mezquitas de Jerusalén. Fue un

ardid concebido para reafirmar los derechos de Israel en todo el territorio

que cuestionó el liderazgo de Ehud Barak y enfureció a árabes de todo el

mundo. Cuatro meses después, Sharon se convirtió en el siguiente primer

ministro israelí y desencadenó lo que sería la Segunda Intifada: cuatro años

de violencia entre ambos bandos, marcados por gas lacrimógeno y balas de

goma dirigidos contra manifestantes que lanzaban piedras; terroristas

suicidas que hicieron estallar sus cuerpos frente a una discoteca israelí y en

autobuses que llevaban a ancianos y colegiales; mortíferas represalias de las

FDI y la detención indiscriminada de miles de palestinos; así como cohetes

de Hamás lanzados desde Gaza a ciudades fronterizas israelíes, lo cual tuvo

por respuesta la destrucción de barrios enteros por helicópteros Apache de

ataque israelíes proporcionados por Estados Unidos.

Alrededor de mil israelíes y tres mil palestinos murieron en ese periodo,

incluidas docenas de niños, y cuando amainó la violencia en 2005, las

posibilidades de resolver el conflicto subyacente habían cambiado por

completo. El interés de la Administración Bush en Irak, Afganistán y la

guerra contra el terrorismo dejaba poco margen a la preocupación por la paz

en Oriente Próximo y, si bien Bush respaldaba oficialmente la solución de

dos estados, era reacio a presionar a Sharon. En público, Arabia Saudí y

otros estados del Golfo seguían prestando apoyo a la causa palestina pero

cada vez les preocupaba más limitar la influencia iraní y erradicar amenazas

extremistas para sus regímenes. Los propios palestinos se habían dividido

tras la muerte de Arafat en 2004: Gaza quedó bajo el control de Hamás y

pronto se vio sometida a un duro bloqueo israelí, mientras que la Autoridad

Palestina liderada por Fatah, que seguía gobernando Cisjordania, era

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