07.09.2022 Views

Una-tierra-prometida (1)

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

pensasen que no me importaba. En fin —siguió diciendo, ya recompuesta

—, parece que va a tener que recaudar un montón de dinero para poder

responder a esos anuncios republicanos que me acusarán de ser blanda en

inmigración.

Le prometí a Claire que lo haría. Aunque no habría ceremonia de firma

de la ley a la que pudiese asistir, ni público que se pusiese en pie para

aplaudirle, sentí que esa discreta actuación en conciencia de mi amiga, en

no menor medida que la de Mike Mullen, era un paso más hacia un país

mejor.

Nuestro fracaso en el intento de que se aprobase la Ley DREAM fue un

trago amargo. Aun así, a todos en la Casa Blanca nos reconfortó pensar que

habíamos logrado sacar adelante la sesión de pato cojo más notable de la

historia moderna. En seis semanas, entre la Cámara y el Senado habían

sumado unos extraordinarios cuarenta y ocho días en sesión y habían

promulgado noventa y nueve leyes, más de una cuarta parte de todas las

promulgadas por el 111.º Congreso en más de dos años. No solo eso, sino

que el público parecía haberse percatado de la explosión de productividad

del Congreso. Axe nos informó de un aumento continuado tanto de la

confianza de los consumidores como de mi índice de aprobación; no porque

mi mensaje o mis políticas hubiesen cambiado, sino porque Washington

había hecho un montón de cosas. Era como si durante mes y medio la

democracia hubiese vuelto a ser normal, con el habitual toma y daca entre

los partidos, el tira y afloja de los grupos de interés, los pros y los contras

de las cesiones. Me pregunté qué otras cosas podríamos haber conseguido,

y cuánto más podríamos haber avanzado en la recuperación económica si

hubiese reinado un ambiente semejante desde el inicio de mi mandato.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!