07.09.2022 Views

Una-tierra-prometida (1)

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

subcontinente ni de evitar su partición en una India predominantemente

hindú y un Pakistán de abrumadora mayoría musulmana, un evento radical

que provocó incontables víctimas de la violencia sectaria y obligó a

millones de familias a cargar con lo que pudieran llevar consigo y emigrar

más allá de las recién creadas fronteras. A pesar de todos sus esfuerzos, no

había logrado desarticular el sistema de castas indio. Sin embargo, pudo

hacer marchas, ayunar y predicar hasta bien pasados los setenta años,

cuando, un día de 1948, mientras se dirigía a practicar la oración, un joven

extremista hindú, que veía el ecumenismo de Gandhi como una traición a su

fe, acabó con su vida de un disparo a bocajarro.

En muchos sentidos, la India actual se consideraba una historia de éxito:

había sobrevivido a repetidos cambios de Gobierno, a enconadas disputas

en el seno de los partidos políticos, a diversos movimientos separatistas

armados y a toda clase de escándalos de corrupción. La transición, en los

años noventa, a una economía más basada en el mercado había dado rienda

suelta a los extraordinarios talentos empresariales del pueblo indio, y había

llevado a unas rampantes tasas de crecimiento, a un pujante sector

tecnológico y a una clase media en continua expansión. Como principal

arquitecto de la transformación económica de India, el primer ministro

Manmohan Singh parecía un emblema adecuado de este progreso:

perteneciente a la reducida minoría religiosa sij, a menudo perseguida, era

también un discreto tecnócrata que se había ganado la confianza del pueblo

no apelando a sus pasiones sino a base de propiciar unos estándares de vida

más elevados y mantener una merecida reputación de no ser corrupto.

Singh y yo habíamos establecido una relación afectuosa y productiva.

Aunque podía ser prudente en política exterior, reacio a distanciarse

demasiado de una burocracia india que a lo largo de la historia había

desconfiado de las intenciones estadounidenses, el tiempo que coincidimos

me permitió confirmar mi impresión inicial de que era un hombre de

sabiduría y decencia poco habituales; y, durante mi visita a la capital, Nueva

Delhi, llegamos a acuerdos para reforzar la cooperación estadounidense en

torno al antiterrorismo, la salud global, la seguridad nuclear y el comercio.

Lo que no tenía claro era si la llegada de Singh al poder representaba el

futuro de la democracia india o no era más que una excepción. La primera

noche que Michelle y yo pasamos en Delhi, Singh y su mujer, Gursharan

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!