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Una-tierra-prometida (1)

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Que el MMS no estaba equipado para hacer ese trabajo, en gran medida

porque durante los últimos treinta años una gran proporción de votantes

estadounidenses habían comprado la idea republicana de que el Gobierno

era el problema y de que las empresas siempre sabían hacer mejor las cosas,

y habían elegido a líderes que consideraban que su misión era destripar las

regulaciones medioambientales, dejar morir de inanición los presupuestos

de las agencias, denigrar a los funcionarios civiles y permitir que los

contaminadores industriales hicieran lo que les diera la gana.

Que el Gobierno no tenía una tecnología mejor que la de BP para sellar

con rapidez el agujero porque disponer de ella resultaba excesivamente

caro, y a los estadounidenses no nos gustaba pagar más impuestos, sobre

todo si eran para prepararnos para un problema que todavía no había

sucedido.

Que era difícil tomarse en serio cualquier crítica de un personaje como

Bobby Jindal, que durante toda su carrera había hecho el juego a las

grandes petroleras y que en breve iba a apoyar una demanda de la industria

del petróleo para intentar que un juzgado federal levantara nuestra

suspensión temporal a la perforación. Y que si él y otros cargos electos en

el golfo estuvieran preocupados de verdad por el bienestar de sus votantes,

presionarían a su partido para que dejara de negar el cambio climático, ya

que justamente las personas del golfo eran las que tenían la mayor

probabilidad de perder sus casas o sus trabajos a consecuencia del aumento

de la temperatura global.

Y que la única manera de garantizar realmente que no volviéramos a

tener un vertido de petróleo catastrófico era dejar de perforar por completo,

pero que eso no iba a suceder porque al fin y al cabo a los estadounidenses

nos encantaba nuestra gasolina barata y nuestros grandes coches más de lo

que nos importaba el medioambiente, excepto cuando nos enfrentábamos a

una catástrofe real. Y ante la ausencia de semejante catástrofe, los medios

rara vez cubrían los intentos por lograr que Estados Unidos diese un giro y

que abandonara los combustibles fósiles o aprobara una ley

medioambiental, ya que en realidad educar a la sociedad en una política

energética a largo plazo era aburrido y malo para el rating . Y si de algo

podía estar seguro era de que a pesar de toda la indignación expresada en

aquel momento por la gente sobre los pantanos, las tortugas de mar y los

pelícanos, en lo que la mayoría de nosotros estábamos realmente

interesados era en que el problema desapareciera y yo limpiara otro nuevo

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