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Una-tierra-prometida (1)

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James Baldwin), otras educativas (el copresidente de mi Consejo de

Asesores sobre Ciencia y Tecnología, el doctor Eric Lander,

describiéndonos los últimos avances en medicina genética) o cautivadoras

(Meryl Streep inclinándose para recitar en mandarín la letra de una canción

sobre las nubes que había tenido que aprenderse para un papel hacía años).

Solían hacerme sentir más confiado sobre el futuro de la humanidad.

Pero tal vez el mayor beneficio de la Casa Blanca era la música. Uno de

los objetivos de Michelle como primera dama era hacer que la Casa Blanca

fuera más acogedora; una «casa de todos» en la que los visitantes se

sintieran representados, más que una fortaleza exclusiva y remota de poder.

En colaboración con la Oficina Social de la Casa Blanca, organizó muchas

visitas para grupos escolares locales y empezó a dirigir un programa de

mentores en el que emparejaba a chicos discapacitados con el personal de la

Casa Blanca. Abrió el jardín Sur para Halloween y organizó allí noches de

cine para las familias de los militares.

Como parte de ese esfuerzo, su oficina hizo que acogiéramos una serie de

eventos de música estadounidense en colaboración con la televisión

pública, en la que algunos de los artistas más importantes del país —con

nombres tan conocidos como Stevie Wonder, Jennifer Lopez y Justin

Timberlake, pero también algunos nuevos como Leon Bridges y leyendas

vivas como B. B. King— pasaron parte de un día dirigiendo talleres

musicales con jóvenes de la zona antes de dar un concierto frente a un par

de centenares de personas en el escenario de la sala Este o a veces en el

jardín Sur. Junto al concierto del Premio Gershwin que organiza todos los

años la Casa Blanca para hacer los honores a un importante intérprete o

compositor, esa serie de conciertos le otorgaba a mi familia asientos en la

primera fila tres o cuatro veces al año para un gran espectáculo musical

repleto de estrellas.

Todos los géneros estaban representados: Motown y canciones de

Broadway, blues clásico y fiesta latina; góspel y hip hop; country, jazz y

música clásica. Los músicos normalmente ensayaban el día anterior a su

actuación, y si se daba el caso de que estaba en la residencia mientras

repasaban su repertorio, podía escuchar el sonido de la batería, el bajo y las

guitarras eléctricas reverberando en la sala de los Tratados. A veces me

escabullía y bajaba las escaleras de la residencia, me asomaba a la sala Este,

haciéndome a un lado para no llamar demasiado la atención, y me quedaba

un rato mirando a los artistas: un dueto resolviendo una armonía, una

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