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Una-tierra-prometida (1)

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experiencias se pusieran sobre la mesa, mejor sería la organización, y solía

enorgullecerme de haber reclutado el gabinete más diverso de la historia. El

personal de nuestra operación de la Casa Blanca estaba igualmente cargado

de mujeres y hombres afroamericanos, latinos y asiáticoamericanos

talentosos y experimentados, un grupo que incluía a la asesora en política

nacional Melody Barnes, la jefe suplente de personal Mona Sutphen, el

director político Patrick Gaspard, la directora de asuntos

intergubernamentales Cecilia Muñoz, el secretario del gabinete de la Casa

Blanca Chris Lu, la secretaria de personal Lisa Brown y la jefa del Consejo

de Calidad Medioambiental, Nancy Sutley. Todos ellos fueron ejemplares

en sus puestos y desempeñaron papeles clave en modelar nuestra política.

Muchos de ellos no solo fueron valiosos consejeros, también se convirtieron

en buenos amigos.

Los miembros de color y las mujeres de mi gabinete no tenían que

preocuparse por encajar en su lugar de trabajo; estaban en lo alto de la

cadena trófica y todo el mundo tenía que ajustarse a ellos. Pero resultó que

las mujeres y las personas de color de la Casa Blanca tuvieron que

enfrentarse —en varias situaciones y distintos grados— con las mismas

cuestiones molestas, frustraciones y dudas a las que se enfrentaban sus

iguales en sus entornos profesionales, desde los despachos corporativos

hasta los departamentos universitarios. «¿Rechazó Larry mi propuesta

delante del presidente porque le pareció que no era lo bastante sustanciosa o

porque yo no fui lo bastante resuelta? ¿Fue tal vez porque no se toma a las

mujeres tan en serio como a los hombres?» «¿Consultó Rahm a Axe y no a

mí sobre ese asunto porque necesitaba una perspectiva política o porque

ellos dos se conocen desde hace más tiempo? ¿Será tal vez que no están lo

bastante cómodos con la gente de color?»

«¿Debería decir algo? ¿Estoy siendo demasiado sensible?»

Como primer presidente afroamericano de Estados Unidos, sentía una

obligación especial en crear un lugar de trabajo inclusivo. Aun así, tenía

tendencia a restar importancia al papel que la raza y el género suele

desempeñar en las dinámicas de una oficina; frente a la fricción que suele

surgir cuando se confina a un grupo de personas de primera bajo presión en

un espacio reducido. Tal vez fuera porque todo el mundo se comportaba lo

mejor posible cuando yo estaba presente; cuando escuchaba que se

producían problemas entre los miembros del equipo, casi siempre era a

través de Pete y Valerie, pues por una cuestión de edad y temperamento, la

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