07.09.2022 Views

Una-tierra-prometida (1)

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

que de un mayor gasto por parte del Gobierno. Alemania en concreto —el

auténtico motor económico de la Unión Europea y su miembro más

influyente— siguió buscando la rectitud fiscal como si fuera la respuesta a

todas las aflicciones económicas. Cuanto más conocía a Angela Merkel,

más me gustaba; la encontraba sólida, honesta, intelectualmente rigurosa y

amable por instinto. Pero también tenía un temperamento conservador por

no mencionar que era una política con muchas tablas que conocía a sus

electores. Cada vez que le sugería que Alemania debía dar ejemplo

invirtiendo más en infraestructuras y recortes de impuestos, me rechazaba

con educación, pero con firmeza. «Barack, tal vez esa no sea la mejor

estrategia para nosotros», respondía frunciendo levemente el ceño, como si

le hubiese sugerido algo de mal gusto.

Sarkozy no servía de contrapeso. Dada la alta tasa de desempleo en

Francia, manifestaba en privado simpatía por la idea de un estímulo

económico («No te preocupes, Barack, me estoy trabajando a Angela, ya lo

verás»), pero tenía dificultades para alejarse de posiciones fiscales

conservadoras que él mismo había tomado en el pasado, y por lo que veía,

no estaba lo bastante organizado como para elaborar un plan económico

claro en su propio país, mucho menos para Europa.

Y aunque el primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown, estaba de

acuerdo con nosotros en la necesidad de que los gobiernos europeos

aumentaran el gasto a corto plazo, su Partido Laborista perdió la mayoría en

el Parlamento en mayo de 2010 y Brown fue reemplazado por el líder

conservador David Cameron. Con cuarenta y pocos años, una apariencia

juvenil y una estudiada informalidad (en todas las cumbres internacionales,

lo primero que hacía era quitarse la chaqueta y aflojarse la corbata), aquel

Cameron educado en Eton tenía un impresionante control de todos los

asuntos, facilidad de palabra y esa tranquila confianza que tienen las

personas a las que la vida nunca ha presionado demasiado. Personalmente

me caía bien, incluso cuando nos dábamos de cabezazos, y durante los

siguientes seis años demostró ser un socio bien dispuesto para una multitud

de asuntos internacionales, desde el cambio climático (creía en la ciencia)

hasta los derechos humanos (apoyaba el matrimonio homosexual) o la

ayuda a los países en vías de desarrollo (durante su ejercicio, consiguió

asignar el 1,5 por ciento del presupuesto británico para ayuda exterior, un

porcentaje significativamente mayor del que yo había conseguido que

aprobara el Congreso de Estados Unidos). En política económica, sin

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!