Una-tierra-prometida (1)
«estímulo» no era más que otra forma de llamar a un gasto descontrolado delos fondos estatales y más rescates a empresas bien conectadas. Acusaban ala Ley de Recuperación de haber disparado el déficit federal que habíamosheredado de la Administración Bush y defendían —en la medida en que semolestaban en ofrecer políticas alternativas— que la mejor manera dearreglar la economía era que el Gobierno recortara su presupuesto y pusierala política fiscal en orden, del mismo modo que las familias en apuros detodo el país se estaban «apretando el cinturón».Con todo esto, a comienzos de 2010, los sondeos mostraban que muchosmás estadounidenses estaban contra mi política económica que a favor; unaluz roja que ayudaba a explicar no solo la pérdida del escaño de TedKennedy en Massachusetts, sino también las pérdidas demócratas encampañas para la gobernación fuera de año de elecciones en New Jersey yen Virginia, estados en los que yo había ganado holgadamente doce mesesantes. Según Axe, los votantes en grupos de discusión no eran capaces dedistinguir entre el TARP (que era lo que yo había heredado) y el estímulo,lo único que sabían era que las personas con contactos se estaban saliendocon la suya mientras que a ellos los estaban machacando. Pensaban tambiénque las peticiones republicanas de recortar los fondos como respuesta a lacrisis —a la «austeridad», como le gustaba llamarla a los economistas—tenían más sentido de forma intuitiva que nuestro empuje keynesiano poraumentar el gasto público. Los demócratas del Congreso que pertenecían adistritos en disputa, empezaron a inquietarse sobre sus posibilidades dereelección y a distanciarse de la Ley de Recuperación, también a evitar lapalabra «estímulo». Los más a la izquierda estaban ahora enfadados por lafalta de opción pública en el proyecto de ley sanitario, y renovaron susquejas de que el estímulo no había sido lo bastante grande y que Tim yLarry habían sido demasiado amables con Wall Street. Hasta Nancy Pelosiy Harry Reid empezaron a cuestionar la estrategia de comunicación de laCasa Blanca, sobre todo nuestra inclinación a denunciar un «excesivopartidismo» y unos «intereses especiales» en Washington en vez de atacarmás a los republicanos.«Señor presidente —me dijo Nancy en una llamada en cierta ocasión—,le he dicho a mi equipo que lo que ha logrado hacer usted en un tiempo tanbreve es algo histórico. Estoy realmente orgullosa. Pero en este momento lagente no sabe lo que ha logrado. No se dan cuenta de lo espantosamentemal que se están comportando los republicanos, tratando de bloquearle en
todo. Y tampoco lo van a saber los votantes si no está dispuesto acontárselo.»Axe, que supervisaba nuestro equipo de comunicaciones, se enfureciócuando le comenté mi conversación con la presidenta de la Cámara. «QuizáNancy nos pueda decir también cómo darle la vuelta a un 10 por ciento detasa de desempleo», dijo indignado. Me recordó que me había presentadocon la promesa de cambiar Washington, no con la de implicarme en lahabitual batalla partidista. «Podemos liarnos a golpes con los republicanostanto como queramos —exclamó—, pero vamos a seguir haciendo aguahasta que al menos podamos decir a los votantes: “No hay duda de que lascosas son terribles, pero podrían haber sido peores”.»No le faltaba razón; dada la situación en la que se encontraba laeconomía, había ciertos límites en lo que podía lograr un mensajeestratégico. Habíamos sido conscientes desde el principio de que la políticadurante la recesión iba a ser dura. Pero Nancy también tenía razón al sercrítica. Al final yo era el que me había enorgullecido de no dejar que seinmiscuyeran políticas cortoplacistas en nuestra respuesta a la crisiseconómica, como si las leyes de la gravedad política no me afectaran a mí.Cuando Tim manifestó su preocupación de que una retórica demasiado duradirigida a Wall Street podría disuadir a los inversores privados derecapitalizar los bancos y, por lo tanto, prolongar la crisis financiera, yoestuve de acuerdo en bajar el tono, a pesar de las objeciones de Axe yGibbs. Ahora, una parte considerable del país pensaba que me preocupabanmás los bancos que los ciudadanos. Cuando Larry sugirió que pagáramoslos recortes de impuestos a la clase media con la Ley de Recuperación enpequeños incrementos bisemanales en vez de en un solo pago, porque unainvestigación demostraba que de ese modo la gente estaría más dispuesta agastar dinero y le daría un empujón a la economía, yo dije: «¡Genial,hagámoslo!», aunque Rahm me había advertido de que nadie se daríacuenta de ese pequeño incremento en cada sueldo. Ninguna encuestademostraba que la mayoría de los estadounidenses creyera que yo habíabajado más que aumentado sus impuestos (todo para pagar los rescatesbancarios, el paquete de estímulos y la sanidad pública).Roosevelt jamás habría cometido esos errores, pensé. Él entendió quesacar a Estados Unidos de la Gran Depresión no consistía tanto en quesalieran adelante a la perfección todas las políticas del New Deal, sino enproyectar confianza en el esfuerzo general, dando la sensación al pueblo de
- Page 571 and 572: el personal de servicio, compuesto
- Page 573 and 574: comprometió a las sanciones, pero
- Page 575 and 576: —Lo mismo de siempre.Por su propi
- Page 577 and 578: respuesta por el momento, pero al m
- Page 579 and 580: La verdad es que agradecía que mis
- Page 581 and 582: Era difícil predecir cuál sería
- Page 583 and 584: energética que tocase todos los pa
- Page 585 and 586: combustibles fósiles, algo que no
- Page 587 and 588: lo que entonces se consideró una t
- Page 589 and 590: Durante los dos años siguientes, l
- Page 591 and 592: Lo cual no significa que toda crít
- Page 593 and 594: Carol por el papel que el rescate a
- Page 595 and 596: apoyasen un proyecto de ley al que
- Page 597 and 598: apoyado durante la campaña como me
- Page 599 and 600: normalmente incontenible, parecía
- Page 601 and 602: cajón durante el resto de su presi
- Page 603 and 604: los demás proponentes amplio marge
- Page 605 and 606: cuanto a la necesidad de aprobar nu
- Page 607 and 608: «Con su crucial implicación, señ
- Page 609 and 610: contentaban con dejar que la confer
- Page 611 and 612: —Buena suerte, entonces —añadi
- Page 613 and 614: »Por descontado, puede que me equi
- Page 615 and 616: cuenta de que, a pesar de todo el p
- Page 617 and 618: 22Las rachas están en la naturalez
- Page 619 and 620: detención de la Bahía de Guantán
- Page 621: épica y la deshonestidad en los co
- Page 625 and 626: estadounidense empezara a crecer de
- Page 627 and 628: embargo, Cameron se mantenía cerca
- Page 629 and 630: Una vez más nuestros colegas europ
- Page 631 and 632: Francia, a veces no solo rechazaron
- Page 633 and 634: afortunados que tenían pareja, se
- Page 635 and 636: con unos despachos notoriamente pla
- Page 637 and 638: gente prefería confiar en ellos. S
- Page 639 and 640: No era la primera vez que Valerie c
- Page 641 and 642: desaliento y me habitué entonces a
- Page 643 and 644: normal, como me hicieron recordar e
- Page 645 and 646: estrella modificando un arreglo con
- Page 647 and 648: Había momentos en que realmente se
- Page 649 and 650: lo que habíamos hecho por salvarlo
- Page 651 and 652: acusaciones de la izquierda frente
- Page 653 and 654: En junio de 2009, tras meses afinan
- Page 655 and 656: Tras haber firmado una legislación
- Page 657 and 658: las operaciones por venta propia te
- Page 659 and 660: supervisión para una agencia de la
- Page 661 and 662: mejoras introducidas por la ley seg
- Page 663 and 664: Solo uno de esos pozos, el Tíber,
- Page 665 and 666: encuestas, me había comprometido a
- Page 667 and 668: multiplicándose a toda velocidad,
- Page 669 and 670: un kilómetro y medio de profundida
- Page 671 and 672: defensor de las grandes compañías
«estímulo» no era más que otra forma de llamar a un gasto descontrolado de
los fondos estatales y más rescates a empresas bien conectadas. Acusaban a
la Ley de Recuperación de haber disparado el déficit federal que habíamos
heredado de la Administración Bush y defendían —en la medida en que se
molestaban en ofrecer políticas alternativas— que la mejor manera de
arreglar la economía era que el Gobierno recortara su presupuesto y pusiera
la política fiscal en orden, del mismo modo que las familias en apuros de
todo el país se estaban «apretando el cinturón».
Con todo esto, a comienzos de 2010, los sondeos mostraban que muchos
más estadounidenses estaban contra mi política económica que a favor; una
luz roja que ayudaba a explicar no solo la pérdida del escaño de Ted
Kennedy en Massachusetts, sino también las pérdidas demócratas en
campañas para la gobernación fuera de año de elecciones en New Jersey y
en Virginia, estados en los que yo había ganado holgadamente doce meses
antes. Según Axe, los votantes en grupos de discusión no eran capaces de
distinguir entre el TARP (que era lo que yo había heredado) y el estímulo,
lo único que sabían era que las personas con contactos se estaban saliendo
con la suya mientras que a ellos los estaban machacando. Pensaban también
que las peticiones republicanas de recortar los fondos como respuesta a la
crisis —a la «austeridad», como le gustaba llamarla a los economistas—
tenían más sentido de forma intuitiva que nuestro empuje keynesiano por
aumentar el gasto público. Los demócratas del Congreso que pertenecían a
distritos en disputa, empezaron a inquietarse sobre sus posibilidades de
reelección y a distanciarse de la Ley de Recuperación, también a evitar la
palabra «estímulo». Los más a la izquierda estaban ahora enfadados por la
falta de opción pública en el proyecto de ley sanitario, y renovaron sus
quejas de que el estímulo no había sido lo bastante grande y que Tim y
Larry habían sido demasiado amables con Wall Street. Hasta Nancy Pelosi
y Harry Reid empezaron a cuestionar la estrategia de comunicación de la
Casa Blanca, sobre todo nuestra inclinación a denunciar un «excesivo
partidismo» y unos «intereses especiales» en Washington en vez de atacar
más a los republicanos.
«Señor presidente —me dijo Nancy en una llamada en cierta ocasión—,
le he dicho a mi equipo que lo que ha logrado hacer usted en un tiempo tan
breve es algo histórico. Estoy realmente orgullosa. Pero en este momento la
gente no sabe lo que ha logrado. No se dan cuenta de lo espantosamente
mal que se están comportando los republicanos, tratando de bloquearle en