07.09.2022 Views

Una-tierra-prometida (1)

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

el personal de servicio, compuesto enteramente por guapísimas jóvenes

vestidas con vaporosos trajes blancos, delgadas y altas como modelos de

pasarela.

«Quién iba a decir que los comunistas tenían ese aspecto», dijo

sacudiendo la cabeza.

La contradicción entre la ideología oficial china y aquellos evidentes

alardes de riqueza no fue mencionada cuando me reuní con cientos de

estudiantes universitarios esa misma tarde. Las autoridades chinas,

conscientes de mi habitual formato improvisado, habían seleccionado

cuidadosamente a los participantes de las universidades más exclusivas, y

aunque fueron corteses y entusiastas, sus preguntas tenían muy poco de esa

naturaleza inquisitiva e irreverente que estaba acostumbrado a oír de los

jóvenes de otros países («¿Qué medidas tomaría para profundizar en esa ya

estrecha relación entre las ciudades estadounidenses y chinas?» Esa fue la

más dura.) No podía decir si los funcionarios del partido habían

preseleccionado todas las preguntas o si los estudiantes habían aprendido a

no decir nada que los comprometiera.

Después de algunos apretones de manos y de charlar con los estudiantes

cuando terminó el encuentro, llegué a la conclusión de que al menos una

parte de su ardiente patriotismo no era teatro. Eran demasiado jóvenes

como para haber sufrido la Revolución Cultural o haber sido testigos de la

mano dura en la plaza de Tiananmén. Esa parte de la historia no se enseñaba

en las escuelas y dudaba que los padres hablaran de ella. Si alguno de los

estudiantes se irritaba porque el Gobierno bloqueaba el acceso a una página

de internet, lo más probable era que sintiera el peso del aparato de represión

china más que nada como una abstracción, tan lejana a su experiencia

personal como el sistema de justicia penal para un chico de clase media en

nuestro país. A lo largo de su vida, el sistema chino los había hecho

ascender a ellos y a sus familias, mientras desde la distancia, al menos, las

democracias occidentales parecían atascadas, repletas de conflictos civiles e

ineficiencia económica.

Era tentador pensar que la actitud de aquellos estudiantes cambiaría con

el tiempo, ya fuera porque la ralentización de la tasa de crecimiento de

China frustraría sus expectativas materiales o porque, después de alcanzar

cierta seguridad económica, empezarían a desear cosas que no se podían

medir con el PIB. Pero nada podía garantizarlo. De hecho, el éxito

económico de China había convertido su estilo de capitalismo autoritario en

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!